Antes de llevar un nuevo objeto a casa, ¿consideras sacar fuera alguno de los que tienes?
Este hábito es tan simple como útil, si vives en un lugar con espacio limitado para almacenar cosas o, también, si quieres controlar el impulso de comprar algo que realmente no necesitas.
Cuando te acostumbres a llevar a cabo esta sencilla regla, verás que se eliminan muchos de los clásicos agobios que tienen que ver con: ¿Y ahora dónde pongo esto?
Como bien deduces, antes de que el objeto a estrenar llegue a casa, tienes que decidir cuál se va a ir. Si en lugar de uno, son dos, perfecto. Tú decides.
Eso sí, tómatelo en serio. Si hace falta, pon aparte el objeto que se va antes de que llegue el nuevo para que te cueste menos trabajo deshacerte del viejo.
De hecho, lo más recomendable es sacar lo viejo antes de que llegue lo nuevo. O, también, justo en el momento en el que el objeto nuevo hace su entrada en la casa. Así aprovechas la emoción agradable del estreno.
Ten en cuenta que, cuanto más tiempo tardes en sacar el objeto viejo, más te costará desprenderte de él.
¿Te suena traumático? Al principio, puede parecerlo. Pero después lo haces de manera natural.
Eso me pasó a mí. Muy temprano aprendí: “Tirar no es bueno” y en ésas he seguido hasta hace poco.
Aunque no es “tirar” exactamente lo que sugiere esta idea, sino regalar, donar, vender, dejar que use otro aquello que nosotros ya no utilizamos o, si de plano no sirve, echarlo a la basura.
Y eso es lo que ahora defiendo. Prefiero amar la vida, que aferrarme a las cosas. ¿Cómo lo ves tú?
Imagen de Mullenkedheim