¿Por qué no te diste cuenta de lo importante que era?

Lanzamos al aire la pregunta del título, para quien la quiera. Yo soy una de las personas que la toman: ¿Por qué no me di cuenta antes de lo importante que era?

Por suerte para mí y para ti, si aceptas la pregunta, aún hay tiempo para abrir los ojos y valorar lo que quedó en segundo plano inmerecidamente.

A veces, la realidad nos abre los ojos a la fuerza: Se va una persona y nos damos cuenta del vacío que deja. Llega una crisis, una enfermedad, una tragedia… Y, en ese momento, prestamos atención a lo que estaba ahí, cerca. Tan cerca, que pasaba inadvertido.

¿Es necesario que ocurran esas cosas para que podamos ver y valorar lo importante? ¿Qué nos impide hacerlo en cualquier momento?

Barajemos posibles respuestas, si te parece. (A continuación hablo de ti, pero yo también estoy en el lote.)

distintos colores

1) Demasiado de lo que ocuparse

La vida moderna se llena de actividades y de compromisos. Muchos de ellos suenan importantes y, como persona responsable, tratas de llevarlos al día.

Demasiadas cosas. Todas mezcladas. Cuesta separar las distracciones de las verdaderas prioridades.

2) Lo importante suele requerir esfuerzo

Requiere esfuerzo planear un proyecto, avanzar en una relación o salir a correr. Entre tus opciones, siempre encuentras una más cómoda: ¿sentarte a ver la tele, quizás?

Eres humano, después de todo. Estás saturado de estímulos y actividades. Puede entenderse que, en un momento dado, te falten tiempo y energía para invertirlos en lo que quieres ser o hacer.

3) Un horizonte difuso

¿Qué quieres ser? ¿Qué quieres hacer? ¿Lo tienes claro… o te estás dejando llevar por lo que se supone que deberías ser o querer?

No es fácil separar una cosa de la otra. Tú mismo y, en especial, el entorno que te rodea marca una serie de “deberes” que, quizás, entran en conflicto con lo que, de corazón, a ti te importa más.

¿Y si intentamos separar el grano de la paja?

Por razones como las que hemos visto (que no son las únicas) nos cuesta ver y darle relevancia a lo que de veras nos importa a cada uno de nosotros. Pero sería bueno que intentásemos hacerlo.

Sería bueno, para identificar oportunidades y experiencias que se alinean con nuestros valores.

Nuestros valores nos ayudan a decidir qué es prioritario y qué no. Cuando tenemos claros nuestros valores personales, eludimos bastantes distracciones y es más fácil enfocarnos en lo importante.

¿Sabes cuáles son tus valores y qué tan alineados están con lo que haces a diario?

Si no lo tienes claro, puedes hacer un sencillo ejercicio. Haz una lista mental o, preferiblemente, hazla sobre un papel (escribir aclara las ideas).

Reúne ahí lo que tú consideras valioso. ¿Por ejemplo? La salud, tu familia, tu carrera, tus amigos, la aventura, la diversión, el dinero, el éxito… Lo que sea, en el orden que quieras.

A continuación, haz otra lista. Muy sincera, también. Realiza un inventario de cosas que has hecho en la última semana (o en el último mes, si quieres). ¿A qué le has prestado más atención? ¿Con quién o con qué has pasado más tiempo?

Lo que sigue es muy sencillo: compara ambas listas. Observa si las cosas en las que has invertido tiempo y energía están en consonancia con la primera lista, la de lo que tú consideras valioso.

Si no lo están o pueden alinearse mejor de lo que están, enhorabuena. Acabas de darte cuenta de que “eso” es importante y lo tenías relegado.

Estás a tiempo. Lo estamos tú y yo para conectar lo que hacemos cada día con lo que más nos importa.


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