Hemos hablado varias veces de la necesidad de decir “No” a determinados compromisos o peticiones, a fin de poder decir “Sí” a nuestras prioridades. (La entrada de ayer es un ejemplo.)
Ahora vamos a darle la vuelta: ¿Permitimos que los demás ejerzan su derecho a decirnos que no?
La gente con la que nos relacionamos puede tener esa misma necesidad de tiempo para organizarse, así como las mismas dificultades que nosotros tenemos diciendo: “No”.
Si somos sensibles con el uso de nuestro tiempo, ¿lo somos también hacia el tiempo de otros?
- ¿Puedes recogerme la ropa de la tintorería?
- ¿Te apuntas conmigo al taller de yoga?
- ¿Vienes a comer conmigo el fin de semana?
No acepto un “No” por respuesta
Es agradable que los demás nos digan “Sí”. Hay bastantes libros y artículos con ideas para desarrollar nuestra habilidad persuasiva.
Pero, por lo mismo que a nosotros no nos gusta que nos añadan presión y estrés empujándonos a decir “Sí” (cuando queremos decir “No”), podemos ser cuidadosos con las peticiones que les hacemos a los demás.
Ellos también tienen derecho a negarse y a decidir qué hacer con su tiempo. ¿Por qué ponerlos en un apuro? ¿Por qué inducirlos a improvisar una excusa o una respuesta educada, cuando prefieren dedicarse a otras actividades?
Al escribir esto, pienso en esas personas a quienes les resulta muy difícil decir “No”, bien porque sean familiares o amigos muy cercanos o porque, simplemente, sean personas que suelen responder que sí a cuanta petición les hagan.
¿Y si están abrumados con sus propias responsabilidades y compromisos? No está de más que nos fijemos un poco antes de pedirles algo más.
Eso, por una parte. Por otra, si decidimos hacer una petición, sería estupendo que dejásemos una “puerta de escape” para el candidato. Esto es, que sea más fácil para él/ella decir “No”, si eso es lo que quiere hacer.
Por ejemplo:
- ¿Pasas por la tintorería de camino a casa? Es que tengo que recoger una ropa y, si te pilla de camino…
- Me voy a apuntar al taller de yoga. ¿Te interesa el tema o tienes las tardes ocupadas?
- ¿Vienes a comer conmigo el fin de semana? Aunque, si te hace mejor, podemos dejarlo para la próxima semana.
Vemos que en las peticiones se ofrece una alternativa, para facilitarle al candidato la tarea de negarse:
- No, la tintorería no me pilla de paso.
- ¡Uy! Ahora tengo mucho lío por las tardes.
- La semana que viene, mejor.
De este modo, la presión para decir “Sí” es menor. El candidato tiene más libertad para elegir lo que quiera. De eso se trata. Si a nosotros nos gusta ser libres para disponer de nuestro tiempo, démosle esa misma libertad a los demás, ¿no?
A mí en esto me queda que practicar, sobre todo con la familia. Creo que el aprendizaje de defender mi tiempo he de ligarlo al de ser respetuosa y sensible con el de ellos.
Imagen de Steve-h