Amigos y conocidos. ¿En qué se diferencian?

Amigos y conocidos. ¿Dónde está la línea que los separa? ¿Qué diferencia a unos de otros?

Vamos a verlo.

Podemos llamar «amigos» a esas personas con las que coincidimos cada día en un mismo lugar. Incluso podemos referirnos con esa palabra a quienes aparecen con su fotografía en nuestro perfil de alguna red social.

Pero, de ahí a que realmente sean nuestros amigos, va un trecho largo.

La realidad es que la mayoría de nosotros tenemos sólo un puñado selecto de amigos. Lo que sí abundan (para unos más que para otros) son los «conocidos«.

Un conocido es esa persona con quien pasas un rato divertido si te la encuentras en el bar (o en otra parte).

  • Es tu compañero de trabajo o de estudios.
  • Es quien te da un «Like» en Facebook.
  • O es esa persona que saludas por la calle y no te cae ni bien ni mal.

La mayoría de las personas con quienes nos relacionamos caen en esta categoría: «conocidos». Les hablemos más o menos; nos caigan mejor o peor. Son conocidos.

Amigos y conocidos se mezclan como piezas de un rompecabezas que encajan unas con otras.

El conocido que se convierte en amigo

Tener conocidos es buenísimo, porque de ese grupo salen quienes se convierten en amigos.

Tratas con una persona regularmente. Crece la confianza y comienzas a compartir aspectos de tu vida que no confiarías a cualquiera.

No dudas que te será leal y honesto, como él/ella sabe que tú estarás a su lado, en las duras y en las maduras.

Eso sí es amistad (y de la buena). La que compartes con una persona que procura tu bienestar, porque le importas.

Saber quién es quién

Como ves, la distancia que separa a los «conocidos» de los «amigos» es una escalera con muchos peldaños.

Las personas con quienes te relacionas se sitúan a lo largo de la misma. Y, cuanto más cerca están de la cima, más puedes considerarlos tus amigos.

Escalera que simboliza la posición que ocupan los amigos en ella.

Tener más o menos claro dónde está situado cada quien, te servirá para tomar decisiones acerca de qué grado de confianza puedes depositar en esa persona.

Por ejemplo, es un riesgo volcarte totalmente con alguien con quien tienes mucho contacto, si no existen el compromiso y la intimidad propias de la amistad por ambas partes.

Podría salirte bien y estrechar el vínculo con esta persona. Pero también podrías salir escaldado, si él/ella no quiere dar lo mismo.

Tenlo en cuenta en ese caso y deja que esa persona continúe en el vasto terreno de los «conocidos». No faltará quien quiera subir de escalón para ser tu amigo.

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