Ya vimos que, a veces, la autoestima es susceptible de relacionarse con cualidades negativas. De ahí que para algunas personas tenga mala fama.
Hoy trataremos de separar la autoestima de un sentimiento que tiende a camuflarse tras ella: el egoísmo.
La diferencia básica entre ambos es que la autoestima (el amor hacia uno mismo) no es excluyente.
Quererse e interesarse por uno mismo se toma como base para comprender, amar e involucrarse con otras personas.
En cambio, el egoísmo sí es excluyente. Veamos más detalles.
Egoísmo = YO | Autoestima = Yo contigo
Para la persona egoísta lo más importante es ella misma, excluyendo a los demás.
Se ocupa prioritariamente de satisfacer sus intereses y se comporta como si viviera permanentemente en un terreno hostil, donde todos sin excepción “van a lo suyo” y él se ve obligado a hacer lo mismo.
La persona egoísta atribuye a los demás el comportamiento que él tiene.
No siente reparos en sacar el máximo beneficio en una situación (en muchas ocasiones sin pensar si daña a otro).
“Todo el mundo va a lo suyo y, si no te aprovechas, eres tonto.” En esencia, para el egoísta su prójimo más importante es él.
Sin embargo, confesarse a sí mismo que se es un egoísta, incapaz de sentir de corazón los problemas ajenos y de movilizarse por ellos, es un trago demasiado amargo para este tipo de persona, que frecuentemente se ve a sí mismo como “bueno” y luchador.
¿Cómo lo soluciona?
Movilizándose o haciendo algo que acarree un beneficio a los demás. Pero no con el objetivo primario de ayudar, sino para que él se sienta mejor consigo mismo.
La personalidad egoísta sienta sus raíces en la infancia.
Imagínate un niño sobreprotegido por sus padres, aprendiendo día a día el siguiente lema: “Primero yo, luego yo y después yo.”
Pero no sólo los “niños mimados” pueden desarrollar esta forma de ser. También lo puede hacer un niño que no ha recibido la atención necesaria de sus padres.
Éste va llegando a la conclusión de que no tiene que esperar nada de los adultos. Ellos “van a lo suyo”, por lo que todo lo que desee o necesite se lo tendrá que proveer él solito.
En resumen, el egoísta menosprecia los intereses o las opiniones de los demás y antepone siempre los suyos propios.
Su felicidad radica únicamente en satisfacerse él mismo. Esta conducta puede tener algo de “amor hacia sí mismo”, pero se trata de un amor muy limitado y pobre, al que la palabra “autoestima” le queda grande.
Comentarios
2 respuestas a «Autoestima y egoísmo»