Cada uno de nosotros tiene metas que alcanzar y sueños que convertir en realidad.
Aunque a veces nos paralizan el miedo al fracaso u otros fantasmas del futuro, mientras que muy adentro siguen latiendo esas ganas de llegar al horizonte que deseamos.
No hay de otra que aceptar el reto y embarcarse en la aventura. Asumimos que hemos de correr riesgos y hacemos acopio de valor para enfrentarlos.
¿Cuál es mi horizonte?
Correr riesgos sólo porque sí no vale la pena. Hemos de tener muy claro el objetivo:
- ¿Por qué lucho? ¿Para qué?
- ¿Cómo enriquecerá mi vida si lo consigo?
Cuando nos hacemos preguntas como ésas, además de reafirmarnos en lo que queremos, nos enfocamos en lo positivo, en vez de darle tanto peso al miedo.
¿Qué obstáculos hay que salvar?
Antes de comenzar un camino difícil podemos observar una masa difusa de sombras amenazantes, fantasmas sin cara que nos separan de lo que queremos alcanzar.
Es hora de arrojar luz y evaluar los obstáculos específicos que hemos de superar. Quizás sean obstáculos materiales (falta de recursos, de dinero…) u obstáculos inmateriales (miedo a lo desconocido, falta de tiempo…).
Identificar los obstáculos nos servirá para ponerles cara a esos fantasmas, para comprenderlos y saber así cómo enfrentarlos.
Comienzo a caminar
Tenemos clara la meta y sabemos de los obstáculos que hay en el camino.
Aún titubeantes, comenzamos a dar un paso tras otro. Puede que no hayamos comenzado con buen pie, que tropecemos o, quizás, que estemos dando pasos de hormiguita.
No importa. Cada paso que demos cuenta, porque estamos más cerca de nuestro objetivo y, cada uno de ellos por pequeño que sea, es un acto de coraje.
Disfruto del camino
Asumidos los riesgos, con haber comenzado a caminar y seguir haciéndolo cada día, ya tenemos un buen motivo para sentirnos orgullosos de nosotros mismos.
Hemos de celebrar cada pequeño logro y tenerlos en cuenta si llegan días difíciles en los que sintamos ganas de abandonar.
Es toda una aventura. Si nos hubiésemos quedado tranquilitos, viendo la televisión en lugar de luchar por nuestros sueños, quizás nos habríamos ahorrado dificultades, muchas dificultades y errores.
¿Pero qué se consigue cuando estamos quietos? Nuestros sueños, seguramente, permanecerían inalcanzables.
No, nosotros preferimos armarnos de valor y vivir plenamente. Levantarnos cada día para experimentar, descubrir y aprender un paso tras otro, mientras que con ello nos acercamos a lo que queremos.
Imagen de Stuck in Customs
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