Ahora mismo hay una cosa importante, más que el resto. ¿Cuál es en tu caso?
Observa. ¿Qué cosa podrías hacer ahora mismo que hiciera que lo siguiente fuera más fácil o, tal vez, innecesario?
Si estás cansadísimo, quizás lo más importante sea descansar. Eso hará innecesario que vayas a la cocina a preparar un litro de café. Y, definitivamente, después del descanso lo demás será más fácil.
Si tienes todo un día por delante, quizás lo más importante sea ocuparte de la tarea difícil. Así aprovechas que tienes más energía. Y ni qué decir que, si avanzas en la tarea dura, te pondrás más fácil el resto del día.
Elegir la prioridad del momento no es coser y cantar. A la mayoría de nosotros nos sobran tareas que hacer y escenarios donde aparecer.
¿Cómo elegir una sola cosa?
El libro de Gary Keller: Solo una cosa
Este libro se ocupa de eso: de cómo elegir bien una sola cosa. (Compartiré contigo alguna de sus perlas. Lo que sigue es un enlace de afiliado.)
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Como la mayoría de los libros recientes de productividad personal, este recalca la conveniencia de hacer menos cosas, para que en el surtido de cada uno queden las que son verdaderamente importantes.
Y también tiene en cuenta el principio de Pareto (o regla del 80/20), que establece que el 20 % de las causas, acciones o esfuerzos suelen producir el 80 % de los resultados.
La particularidad de este libro es que te invita a reducir más allá del 20 % para pensar en esa sola cosa.
Y te deja (nos deja) una importante pregunta de enfoque, que es la que puse al inicio: ¿Qué cosa puedes hacer para que, una vez hecha, el resto sea más fácil o innecesario?
Para responder necesitas un horizonte
El esquema que sigues para elegir esa cosa importante es este:
1. Definir un horizonte
Llámalo objetivo, propósito vital, sueño, tipo de vida que quieres construir… o como más te guste.
Crea esa imagen en tu mente y piensa en lo que hay que hacer (o dejar de hacer) para llegar hasta ahí.
2. Definir tus prioridades
Así, pensando hacia dónde vas, es como determinas las áreas a las que les vas a dedicar tiempo, atención y energía preferentes: tus prioridades.
Y, necesariamente, habrán de ser pocas.
3. Ocuparte de lo pequeño
Aquí es donde aparece la productividad: en lo pequeño que haces, que va en consonancia con tus prioridades.
Haciendo lo más conveniente, día a día, paso a paso, es como llegarás a tu horizonte. O progresarás en él, ya que el aprendizaje no se detiene mientras estamos vivos.
En resumen: (1) Horizonte – (2) Prioridades – (3) Productividad
¿Qué tal un poco de desequilibrio?
El libro de Keller es interesante para quien comienza a interesarse por estos temas, ya que explica el esquema anterior de manera clara.
Te invita a pensar en grande (tu horizonte) para ir acercándote en el tiempo hasta la pequeña tarea importante de ahora.
Y también te invita al desequilibrio. Sí, como lees.
Partiendo de que tengas una cosa importante que requiera mucho tiempo, Keller propone dedicarle un generoso bloque de tiempo diario. Hasta ahí, no hay novedad con las propuestas de otros expertos.
Donde se desmarca es en las proporciones: ese bloque ha de ser más grande, mucho más. Mínimo, 4 horas diarias de enfoque ininterrumpido en la cosa importante (que tú sabrás cuál es en tu caso).
Eso va a implicar que haya cosas o tareas bastante deseables con las que no cumplas o a las que vas a dedicarles el mantenimiento indispensable.
Vamos, que si la mayoría de la gente hace esto:
Keller propone, para ver mejores resultados, que hagas esto otro:
Resultados espectaculares
Según el autor, esos son los que te aguardan si la mayor parte del día te dedicas, de un modo u otro, a esa cosa importante: escribir, nadar, correr… o lo que sea lo tuyo.
Te llame o no el libro, espero que te quedes con algo útil de esta entrada si has leído hasta aquí.
Si acaso, enfocándote en la decisión del momento: ¿Qué es lo que vas a hacer ahora para que lo siguiente vaya rodado?