El miedo es una emoción muy recurrente. Digamos que, si el mayor porcentaje del peso de nuestro cuerpo es agua, el miedo «es el agua turbia» de cantidad de sentimientos y pensamientos negativos.
El miedo está presente en los celos, en la vergüenza, en la culpa, en la codicia… La mayoría de lo negativo tiene al miedo como su principal componente.
Y, en ese caso, ¿cómo «se seca» el miedo? Sólo hay un antídoto posible: el amor.
- Por ejemplo, ¿por qué nos comparamos con los demás? ¿No será por el miedo a no ser lo suficientemente buenos?
Observamos a las personas que están alrededor y entramos en el juego: Comparamos la apariencia, la inteligencia, el éxito de unos y otros… A ver quién está por arriba y quién por debajo.
La manera de salir de esa historia está en reconocernos a nosotros mismos como valiosos: Tú tienes tus cualidades; yo, las mías. Los dos somos dignos de respeto y de amor. Los dos, lo suficientemente buenos.
- ¿Y el rechazo? ¿Qué hay del miedo a ser despreciados o excluidos?
Todos rechazamos y somos rechazados alguna vez. (Y cómo duele…) Pero esta experiencia no significa que valgamos más o menos que otro. Lo que quiere decir es que, en ese momento y para esa persona, no encajábamos en su puzzle.
Recordándolo y examinando el asunto desde una perspectiva más saludable, nos estamos dando el amor que necesitamos para superar el rechazo.
- ¿Y esa ansiedad de no recibir lo que merecemos? También eso es miedo.
Te vuelcas dando lo mejor de ti y te desesperas porque hay señales que interpretas como un fracaso anticipado. ¿No te ha pasado?
Te esfuerzas para que una persona te quiera o luchas a brazo partido por un ascenso en el trabajo. Y, de repente, surge el miedo: a que desaparezca lo que has logrado o a que otro te lo quite.
¿Cómo manejarlo? Con sensatez, confianza y aprecio por ti mismo, claro. Recordándote que haces lo que está en tu mano; que hay oportunidades que puedes crear o explorar; que hay mejores opciones que desquiciarse y abandonarse a la desesperanza.
Podríamos seguir con una lista interminable de ejemplos.
Miedo a perder, a la incomodidad, a hacer el ridículo, a no dar la talla, a ser herido, a que te olviden, te aplasten o te quiten.
Conclusión: El miedo es el componente básico de muchos malestares y problemas.
¿Cómo combatirlo? Con perdón, cariño, reconocimiento, confianza, comprensión, compasión, generosidad… y todo eso que forma parte de una fuerza antagónica y lo mismo (o más) poderosa que el miedo: el amor.
Imagen: nevil zaveri cc