En mi caso, hay días en los que mantener la concentración en el trabajo es más que difícil, casi un milagro. Y todo… por esas distracciones inevitables.
Te pongo en antecedentes: Es verano y no tengo aire acondicionado. Trabajo con las ventanas abiertas y de día.
A mi vecino le encanta la música; hip-hop y flamenco, sobre todo.
Yo no tengo nada en contra de estos géneros, pero no son mis favoritos y menos cuando tengo que escribir un post como este mientras escucho gorgoritos “a capella”, que no hacen sino ponerme de los nervios.
Que conste que sigo los típicos consejos adecuados para mantenerse concentrado en el trabajo.
¿Cuáles?
Después de hartarme de leer, encuentro más o menos los mismos en decenas de páginas, que también son esos que se nos ocurren a ti y a mí.
Sintetizo los bloques de ideas en este puñado:
- Organizar un horario de trabajo. Hecho.
- Mantener el entorno ordenado y agradable. Al menos, lo de que esté ordenado se puede lograr en este caso.
- Distribuir las tareas de un modo sensato y razonable. Esto, también.
- Eliminar las distracciones “online”. Hecho. Ya dediqué un rato al Twitter, otro al correo electrónico y, cuando pueda, me paso por Facebook.
- Limitar las distracciones “offline” al máximo. El teléfono está silenciado. Nada de tele ni de radio, salvo por el cantaor de flamenco de los vecinos…
No faltarán momentos en los que tengas que hacer una tarea y algo ajeno a tu control se convierta en un obstáculo.
Yo lo estoy viviendo justo ahora mismo. 😀
¿Qué hacer con el cantaor de flamenco que no me deja pensar?
Veamos las opciones disponibles:
(1) Mi templanza tiene un límite y lo que más deseo es lanzar un petardo al patio del vecino pero, aplacando mi ira, optaría más por pedirle de muy buena manera que bajase el volumen.
No, no… No lo haré. Los vecinos estamos para auxiliarnos y molestarnos a partes iguales. ¿Qué tal que él me pidiera que no sacase mi loro al patio porque le molesta? Descartado.
(2) Cerrar la ventana no es una opción, porque con el calor que hace me convertiría en un charquito en el suelo en pocos minutos. Además, el cante suena demasiado fuerte. Ni me lo planteo, vamos.
(3) Probar con una cortinilla acústica… Mmmm… Quizás podría recurrir a la música barroca (que me gusta para trabajar). Pero en este caso tendría que ponerla a un volumen alto y el mejunje auditivo que se formaría sería desquiciante.
(4) Hacer algo que exija menos concentración mientras dure el suplicio éste. ¿Pero qué? Lo que necesito hacer ahora es esto…
(5) Dejar este trabajo para más tarde, si no hay de otra…
Al final, la que me ha servido en este caso ha sido una opción con la que no contaba al inicio: aprovechar la experiencia para escribir un post sufrido.
Es obvio que esto no se puede hacer en todos los casos. Sin ir más lejos, he vivido situaciones parecidas en mi época de estudiante y casi siempre terminaba por recurrir a las opciones (4) y (5).
Y para que esta experiencia sea aprovechada por quienes la lean, te invito a dejar tus sugerencias: ¿Qué haces para concentrarte cuando una circunstancia así lo impide?
Quizás sea el momento apropiado para practicar algún ejercicio para entrenar la concentración. 😀
Imagen de ilmungo
Comentarios
2 respuestas a «Qué hacer con las distracciones inevitables»
¿Por qué no practicas la meditación? A mí me funciona. Bueno yo hago una meditación especial. Soy mucho de soñar despierta entonces lo que hago es imaginarme una historia y continuarla sin hacer caso de lo que sucede alrededor. En cuanto noto que me distraigo me vuelvo a obligar a meterme en la historia. Este método me ha ayudado a ser capaz de concentrarme en lo que hago y a distraerme menos.
Un besazo corazón
Lo tomo como una valiosa sugerencia y muy recomendable para practicarla regularmente. 😉
De hecho es un ejercicio genial para el cerebro. (He puesto el enlace en tu comentario.) A mí me falta practicar más. 😀
Besotes!!!