No es fin de semana. No estás de vacaciones. Tienes diversas responsabilidades que atender, incluyendo unas cuantas horas de trabajo.
Aun así, aquí va la pregunta: ¿Qué vas a hacer hoy para divertirte?
Es una lástima que la diversión quede relegada a unos cuantos días donde tienes más espacio para hacer lo que te gusta. A esos días en los que estás de ánimo para fijarte en detalles que el resto del tiempo pasan inadvertidos.
No te digo que lo ideal sea vivir en una pachanga permanente. Porque, para saborear lo divertido, necesitamos que haya momentos variados: aburridos, tensos, tristes, fastidiosos… y demás.
La propuesta es hacerle un sitio a lo divertido; elegir momentos de un día cualquiera y, si se puede, convertirlos en un rato de disfrute.
¿Te suena complicado? No debería serlo. La mayoría (me incluyo) somos más sensibles y creativos ante los momentos desagradables.
Tal vez la “culpa” no es nuestra. Como humanos, tenemos más propensión a fijarnos en lo que no va bien para protegernos de los peligros. Y la vida, que se llena de estímulos y demandas, también se llena de cosas que no van bien.
Creo que las personas especialmente sensibles salen peor paradas. Muchas de ellas encauzan esa sensibilidad hacia errores, chapuzas, estropicios y malas mañas. Y, como abundan, los encuentran allá donde miren.
Con ese recopilatorio de malestar, la creatividad que las caracteriza a menudo se vuelca en preocupaciones, quejas, críticas, etc. Así, el malestar y las tensiones ocupan demasiado espacio. Tanto, que la diversión se queda fuera.
Lo bueno también abunda
Que seamos sensibles a lo que no va bien, no quita que intentemos fijarnos en lo bueno. Es más, nos conviene hacerlo por nuestra propia salud.
Nos conviene “mirar” (no sólo “ver”) lo alegre, bonito, tierno, valiente, amable, colorido, luminoso… de nosotros mismos, de los demás y del mundo, en general. Nos conviene re-sensibilizarnos a estas cosas.
Así, además, tendremos material para que nuestra creatividad fluya hacia lo divertido. Podremos construir momentos para disfrutarlos a solas o con la gente. Es más fácil hacerlo cuando contamos con la materia prima.
Compruébalo, si te apetece. Busca lo bueno. Mira lo bueno. Tal vez des con más momentos divertidos y te sea más fácil construir los tuyos.
Como sea, ojalá que al menos no relegues la diversión a unos cuantos días de vacaciones. Porque, aunque no pensemos en ello a cada instante, todos vivimos en un hotel de paso.
Esto son las vacaciones. Aprovechemos lo bueno.
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