Practicas ejercicio con regularidad. Rara vez fallas en el compromiso con tu rutina diaria, porque no te hace gracia la idea de detener o estropear tu progreso.
Pero -qué mala pata- ese resfriado que acabas de pescar te lo va a poner difícil.
¿Qué haces con el ejercicio? ¿Lo cancelas uno o dos días? ¿Te mueves a como dé lugar?
En WebMD recopilan la opinión de médicos y otros expertos en este tema. Despejemos dudas.
Primera recomendación: Ejercitarte cuando estás un poco resfriado está bien, siempre y cuando no tengas fiebre.
El ejercicio aumenta tu temperatura corporal, que ya está más alta de lo habitual a causa de la fiebre, y eso puede hacer que te pongas peor.
Segunda recomendación: Escucha a tu cuerpo. Si estás tan hecho polvo que te cuesta levantar la cabeza de la almohada, no te fuerces. Quédate ahí.
Tercera: Baja la intensidad del ejercicio. Si puedes moverte, pero no estás como para realizar el esfuerzo de otros días, sustituye tu rutina habitual por un ejercicio menos exigente. Por ejemplo, en lugar de correr, camina.
Cuarta: Considera el cuello como punto para decidirte. Si tu malestar se concentra del cuello para arriba (congestión nasal, garganta irritada, ojos llorosos, etc.), está bien hacer ejercicio. Por el contrario, si las molestias son de cuello para abajo, es recomendable que lo descartes hasta estar mejor (dolor, fiebre, fatiga generalizada, bronquitis, etc.).
Espero que te sean útiles estas ideas generales. Tenlas en cuenta para que el resfriado no empeore y te recuperes cuanto antes.
Y, sobra decirlo, ve al médico si lo necesitas y pregúntale. (Es quien mejor va a aconsejarte.) 🙂