Si la falta de confianza en uno mismo ocasiona problemas, el exceso de confianza también puede hacerlo.
Y, muchos más problemas, si esa sobrestimación de las propias capacidades no está sustentada por la realidad.
¿Es un problema que te sobre confianza en ti mismo?
De entrada, bienvenida sea la confianza.
Piensa en un objetivo que tengas, el que sea. Es más probable que avances y lo conquistes cuando crees en ti mismo.
Crees en tus habilidades y en tu capacidad para recorrer ese camino. Y esa confianza (llámese autoeficacia) influye en tu comportamiento.
Si te sientes capaz de manejar lo que venga, te esfuerzas más, porque sabes que es un esfuerzo bien invertido; persistes cuando llegan las primeras dificultades, porque confías en tu habilidad para solventarlas.
Y, además, te cuesta menos sobreponerte cuando hay pasos atrás o encuentras obstáculos con los que no contabas.
De ahí que sea útil encontrar el modo de cultivar esa confianza o de fortalecerla a la hora de luchar por lo que tú quieres.
Afortunadamente, hay muchas maneras de ir ganando en confianza día a día:
- aprender y practicar constantemente (en lo que sea que hagas),
- reconocer las mejoras que vas haciendo,
- rodearte de personas que te impulsan,
- tomarte los problemas como situaciones a las que tú puedes encontrar una respuesta,
- aprovechar los fracasos como lecciones útiles, etc.
Suma, suma confianza, pero no te pases. Porque el exceso de confianza es tan perjudicial como la falta de ella. Dejas poner el esfuerzo necesario y te das el batacazo cuando menos lo esperas.
El batacazo o el naufragio. Mira lo “sobrado” que anduvo el capitán del Titanic cuando desestimó el daño que podía hacer un trocito de hielo.
Experiencias así nos avisan de que un exceso de confianza puede ser contraproducente.
Y, eso, cuando hablamos de una confianza REAL, sustentada en la experiencia, el conocimiento y la práctica. ¿Qué cabe esperar de los sucedáneos de la confianza?
Cuando el exceso de estupidez parece confianza
Hay actitudes que hacen parecer que una persona tiene tiene confianza en sí misma. O muchísima confianza, en este caso. Pero son algo distinto.
¿Qué me dices de estos ejemplos?
El orgullo ciego
¡Ay! Esa sobrestimación de la propia importancia… Hagámosle la ola a la persona que ha construido una imagen grandiosa de sí misma. Una imagen que no se sostiene con pruebas en la realidad.
Desde luego, cualquier confianza que deposite en sus fantasías es un exceso.
La vanidad
Aquí tenemos al que come una y se cuenta veinte cuando está en compañía. Al creído insoportable (o creída) que vive pendiente de quedar bien hacia el exterior.
Tiene hambre de aprobación, de reconocimiento, de aplausos. Y bien que se le nota.
¿Esforzarse y aprender a diario para construir una auténtica confianza? Anda ya. Lo que cuentan son únicamente las apariencias.
La mente cerrada
Aquí tenemos a la persona que conduce mejor que nadie. O que hace la tortilla de patatas mejor que cualquier otro. O que pinta las paredes mejor que todos los pintores de la ciudad juntos.
No es que esta persona (o personas) se fabriquen una imagen ilusoria o presuman de lo que no es. Pueden ser muy buenos en lo que hacen.
Lo que sí deciden (unilateralmente) es que son los mejores. Lo deciden porque cargan de importancia su propio criterio y su manera de hacer las cosas. Y se la quitan a cómo prefieren hacer las cosas los demás.
La gracia es que los demás también pueden estar convencidos de que ellos son los mejores, por el mismo motivo.
Ya ves. No es confianza. Es un prejuicio como cualquier otro.
El efecto Dunning-Kruger
Este efecto se da cuando una persona no es consciente de su propia ignorancia.
Los más ignorantes y torpones suelen tener más confianza en sus conocimientos y capacidades que las personas con más conocimiento y experiencia.
Al saber poquísimo, ¿cómo van a darse cuenta de lo que les falta por saber? ¡Imposible!
Hace poco me ocurrió a mí con el vídeo. Me dije: “Bah… Esto es colocar la cámara, grabar y listo.”
Sí, sí… Las ganas… Es más complicado de lo que yo creía. Ahora que sé un poquitín más, veo lo mucho que me falta por aprender. Y seguro que vislumbro más lagunas con el tiempo.
Conclusiones
- La confianza se decide y se construye poco a poco: aprendiendo y practicando en aquello que es importante para la persona.
- La que puede llamarse “confianza” tiene su base en la realidad: en conocimientos, habilidades, destrezas… demostrables.
- Cualquiera puede meter la pata por exceso de confianza, al “estilo Titanic”.
- Pero la meten mucho más quienes se engañan a sí mismos pensando que son “lo máximo”. Su confianza es excesiva para lo que hay.
Espero que te haya gustado el tema. Muchas gracias por leer.
Imagen de Scott Swigart