Hay cosas en la vida que son una pérdida de tiempo. Por ejemplo, esta: Dar explicaciones sobre porqué te gusta lo que te gusta (o porqué no te gusta en absoluto).
Vamos a la situación. Estás escuchando una canción y se te ve muy contento tarareándola. En esto, llega alguien que, con un tonito de voz de desaprobación, te pregunta:
– ¿Te gusta… «eso»?
Tú te sientes algo incómodo y tratas de encontrar una respuesta lógica que satisfaga la curiosidad de tu interlocutor. Y, de paso, procuras que dicha respuesta dé a entender que tu elección es buena, que tienes buen criterio.
Es como si estuvieras forzado a mantener una imagen. Eres inteligente y eliges lo que eliges por una buena razón.
El caso es que no siempre podemos tener a mano una respuesta lógica de porqué nos gusta lo que nos gusta. ¿O tú sí?
Por ejemplo, es difícil explicar porqué te gusta la canción pegajosa del verano, la nubecita blanca encima del café o porqué prefieres un estampado en una tela y no otro.
Lo mismo hay una explicación lógica. Pero, de entrada, mandan tus emociones. Tú te enamoras de la canción que al otro le parece un asco. Te gusta y ya está. No hace falta dar más vueltas.
De primeras, quizás no te vienen a la mente sesudas explicaciones sobre su estructura, la rima del estribillo o sobre los recuerdos agradables que esa melodía evoca en ti. Y tampoco tienes porqué encontrarlas para que el otro vea que tienes buenas razones para elegir esa canción.
¿Qué necesidad hay de explicarlo? Seguramente, quien te hace la pregunta tenga gustos que otros (o tú mismo) consideren sorprendentemente ridículos?
Una alternativa para cuando te pregunten: «¿Eso te gusta?» sería contestar:
– Sí, me gusta. ¿A ti no?
Así evitas sentirte juzgado y le devuelves la pelota.
Déjale a él/ella el trabajo de decirte que tu gusto es una atrocidad. Aunque, si es una persona con dos dedos de frente, entenderá que «pa’ gustos, los colores«. 😀
A modo de conclusión, liberarte de la necesidad de dar explicaciones sobre tus gustos personales, además de ahorrarte tiempo y energías, es un chute de fuerza para tu autoestima. Lo es, incluso cuando en ese momento te sientas incómodo.
¿Te atreves a comprobarlo?
Imagen de Eddi van W.