Fracasar no es tan malo

Cuando haces cualquier cosa, por simple que sea, corres el riesgo de fracasar.

A veces, el tropezón te hace dar de bruces en el suelo. Tal es el golpe, que pierdes motivación, confianza en ti mismo y eres reacio a levantarte de nuevo.

Esas sensaciones serían diferentes si nos hubiesen enseñado que el fracaso es una parte del aprendizaje.

Es una parte que a nadie le gusta, pero que sirve para extraer la información necesaria que te permita hacerlo mejor al siguiente intento.

al suelo

Eso está muy bien. Pero, ya que estás en el suelo, ¿qué es lo que te puede ayudar?

Aquí tienes algunas sugerencias.

Cómo hacer que fracasar no sea tan malo

Practica alguna de estas actitudes o todas ellas y ya verás cómo te tomas el fracaso de otra manera.

Sé tu aliado

Sé tu amigo: escúchate y apóyate. Que tus manos sean unas de las que te ayuden a levantarte.

Lo que piensen los demás no tiene tanta importancia como lo que pienses tú, que eres la parte activa en todo esto.

Apóyate en los que bien te quieren

Tienes más que un tesoro cuando a tu lado hay alguien dispuesto a escucharte y a ayudarte de corazón.

No te lamentes por haberlo intentado

Ni por un instante te arrepientas o te culpes por haber fracasado en algo que creías bueno para ti. Quédate con la valiente decisión que tomaste al comenzar tu camino.

A diario, muchas personas dejan de hacer cosas por diversos miedos. En cambio, tú te atreviste.

En la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada. (F. D. Roosevelt)

Quédate en el presente

Ni mires atrás lamentándote, ni con el dolor de la caída hagas pronósticos catastróficos sobre el futuro.

En su lugar…

Céntrate en lo aprendido

La autocrítica cruel y la culpa no te ayudarán a aprender nada.

Para aprovechar la situación, habrás de mirarla del modo más constructivo que puedas: evaluando qué ha fallado y planteándote nuevas opciones.

Siempre puedes sacar alguna enseñanza valiosa de un fracaso.

Levántate y vuelve a caminar

Si el objetivo vale la pena, no lo dudes: levántate y sigue.

Empieza dando pasos cortitos al principio, sin exigirte tanto. Ya avanzarás a un ritmo más ágil…

Es más fácil ganar en fuerza y en confianza si te levantas y lo procuras, que si te quedas en el suelo sin moverte.

Imagen de J. Star

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