¿Tienes un sueño, un objetivo en mente? Ponte manos a la obra, para que no quede en un deseo fantasioso.
¡Haz que ocurra!
La acción, por sí misma, no tiene porqué producir buenos resultados. Todos conocemos a personas muy activas, ocupadas entre una y otra actividad, que no ven sus esfuerzos reflejados en sus objetivos.
Es el enfoque de esa acción hacia un objetivo (u objetivos) lo que hace más probable el éxito.
¿Cómo? ¡Comprométete!
La fórmula ganadora no puede ser más simple:
Comprométete con tu objetivo en serio, como si te casaras con él. Sigue adelante en los buenos tiempos y cuando arrecien las dificultades.
Todo lo contrario, el camino es sinuoso y está lleno de obstáculos. La tentación de abandonar puede que te asalte. El entusiasmo se apagará y tú habrás de reavivarlo.
Pero, precisamente por eso, sabe mejor cada paso que avanzas, cada logro que conquistas. Lo que se consigue fácil no sabe tan bien.
Ahora mismo, en tu imaginación puedes recrear el logro de lo que quieres. Puedes verte en la meta. Contémplate en ella.
Es muy probable que, para llegar hasta esa escena, tengas que sudar la gota gorda y superar dificultades muy diversas. Que eso no te detenga; que no te amedrente.
Siente que puedes llegar hasta ahí. Convéncete de que mereces esa satisfacción. No pierdas de vista esa escena.
Y… ¡adelante! ¡Haz que ocurra lo que quieres!
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