Es un momento incómodo. Llega la hora de trabajar o de realizar cualquier actividad “pesada” que tengas prevista y te resistes. No tienes ganas.
Evadir lo incómodo es una opción, que quizás tu cerebro te presente como la mejor de todas: ¿Vas a empezar con esto tan difícil? No, hazlo más tarde. Ahora vamos a tomarnos un café en la terraza.
La otra opción es vencer la resistencia y atreverte a sentirte incómodo. Desde luego, es menos atractiva. Pero es la que hace que avances en tus objetivos.
Y no tiene porqué ser tan dura. Quizás tú mismo le añades más pesadez cuando te repites mentalmente que “tienes” que trabajar. No “tienes” que hacerlo.
Nadie te está apuntando con un arma. Quieres hacerlo para conseguir otras cosas o para evitar consecuencias desagradables.
La opción de la incomodidad es un regalo que tú te haces a ti mismo, por tanto.
Tómate unos minutos
Ya, ya… Es la hora de empezar con la faena y tú estás debatiéndote con los demonios de la procrastinación. En lugar de comenzar así de tenso y estresado, tómate un par de minutos para relajarte. No va a arruinarse el día por eso.
Respira profundamente. No pienses. No hagas otra cosa más que respirar lentamente. O, si lo prefieres, camina un poco por el pasillo para despejar la mente.
Decide qué vas a hacer
Ahora que estás más despejado después de la breve pausa, elige una tarea específica en la que concentrar tus energías. Sólo una, clara y bien definida.
Si es muy larga, divídela y quédate con una subtarea.
Hazla durante unos minutos
Fíjate en un reloj o programa una alarma y, sin pensar, avanza todo lo que puedas en diez minutos. Establece el tiempo que tú quieras (5, 10, 15 minutos), pero que sea corto.
Es muy probable que te sientas incómodo. Siente la incomodidad. Acéptala. Pero aguanta durante esos diez minutos.
Cuando se cumplan, verás que no ha ocurrido nada malo. Tú sigues vivo, enterito y victorioso. Le has ganado un asalto a la resistencia.
Aprende de los momentos incómodos
Quizás, tras esos minutos de batalla, hayas roto el hielo y te den ganas de continuar con la tarea. Si no es así, de todas formas aprendes algo.
A veces lo que aprendes no es cómo ser más disciplinado. Los momentos así, de gran resistencia, quizás te informen de que necesitas descansar o divertirte más, recortar tu lista de obligaciones o ir más despacio.
Toma nota de lo que te dicen, tanto si es que puedes esforzarte un poco más, como si es que necesitas bajar el ritmo.
Por último, ten presente que esto no te pasa sólo a ti. Tú y todos los que hacemos cosas nos vemos en momentos incómodos.
Cada cual va aprendiendo a manejarlos a su manera. Prueba hasta que encuentres lo que a ti te sirve. Hazlo. Porque son esos pequeños momentos los que convierten los objetivos en éxitos.
Imagen de Sebastian Mary