¿Son los demás quienes deciden cuándo tienes éxito? ¿Necesitas trabajar sin descanso, renunciando a lo que haga falta, para llegar hasta él? ¿La meta es más importante que el camino?
Podrías responder “No” a las preguntas anteriores. Con ello, además de hacerte más probable tu éxito, caminarías más ligero hacia él.
3 Lastres a soltar para caminar más ligero hacia tu éxito
Hablemos de esos tres lastres.
1. Éxito es lo que la sociedad diga que es
Por mucho que vivamos en sociedad y colaboremos unos con otros, cada persona tiene derecho a hacer su vida como le parezca. Ése es el éxito, en este caso: el que apunta a lo que cada uno elige.
Para unos, el éxito está muy vinculado a sus logros profesionales. Para otros, “éxito” es la oportunidad de explorar los rincones del planeta. Como también puede ser un éxito vivir rodeado del cariño de tu familia y amigos.
Tú decides qué va a componer tu éxito. Y no tiene porqué parecerse a lo que elija yo o a lo que diga la tele. Ha de estar en consonancia con tus valores personales… y ya está.
2. El éxito se alcanza trabajando duro
Si asociamos “trabajo duro” con intensidad, con dejarse la piel en ello, las papeletas para quemarse de camino al éxito son muchas. Y ésa no es la única opción que existe.
Hay un enfoque más amable: el de la constancia y la paciencia, aunque estas virtudes no sean muy modernas que se diga.
Imagina que vas a preparar una prueba en la que necesitas asimilar una montaña de conocimientos. O que quieres perder peso, por ejemplo.
Darte un inflón de estudiar sin pausas o ponerte una dieta rigurosísima son opciones más arriesgadas (y duras) que la de hacer un poquito consistentemente, cada día… Y dejarle el resto al tiempo.
3. El resultado es lo que importa
Por definición, el éxito es el “resultado feliz” de un emprendimiento. Es esa imagen de ti mismo llegando a la meta, que en su día te motivó para ponerte manos a la obra (con el objetivo que fuera).
Es muy útil pensar en la meta para no desviarte de lo que quieres. Pero eso, el resultado, no es lo más importante. El camino, con el progreso que hagas en él, es lo más importante.
Valorar los progresos que vayas haciendo te motivará para seguir caminando. Porque, si sólo miras hacia la meta, va a parecerte que avanzas poco o que cada pequeño traspiés es un fracaso.
Si, para ti, un éxito es llegar a fin de año pesando diez kilos menos, vas a sentirte mal cuando la báscula te diga que has perdido cinco. “¿Sólo cinco?”
Dejas de ver los buenos hábitos en la alimentación que has ido construyendo en ese tiempo. No ves que, gracias a que te pusiste ese objetivo, vas en buena dirección. Tal vez, llegar a tu meta te lleve más tiempo de lo que pensabas, pero ya está.
En el peor de los casos (que no llegaras al “éxito” previsto) lo bueno que has construido por el camino, ahí está.