Si alguna vez has vivido un momento embarazoso en público, esto puede interesarte.
Un vendaval te ha despeinado, se ha arruinado tu maquillaje, se te ha roto el traje en plena calle o quizás se ha tratado de algo más serio.
Crees que las miradas de los demás van a seguirte, que el mundo te va a señalar para mofarse. ¡Qué ridículo, madre mía!
Sin quererlo…
¡Vas a ser el centro de atención!
Pues, tranquilo. Lo anterior recibe el nombre de «spotlight effect» que, traduciéndolo libremente, se me queda en: el efecto de estar bajo los focos.
Ese efecto de creerse el centro de atención parte de la tendencia a pensar que los otros se fijan en ti más de lo que realmente lo hacen.
En realidad, la gente suele estar más pendiente de sus propios asuntos y no les afectará tanto como a ti que hoy no hayas domado el remolino del pelo o que te haya salido un grano en la punta de la nariz. Muchos, ni se darán cuenta.
Tomar nota de este efecto les servirá a aquellos que se sienten más inseguros en sus relaciones sociales.
Para dar a esta nota un toque de vehemencia, me permito incluir un estupendo párrafo de Roger Rosenblatt:
Sí, ya sé. Estás seguro de que tus amigos se han convertido en enemigos; que el de la tienda, el basurero, el cura, tu cuñada y tu perro opinan que estás engordando, que se te está yendo la cabeza y, además, estás convencido de que todo el mundo pasa dos tercios de su día opinando sobre tu decadencia, criticando tu trabajo y planeando tu asesinato.
Te lo prometo: Nadie está pensando en ti. Ellos están pensando en ellos mismos, igual que tú. (Rules for Aging, 2000)
Y, en última instancia, nos esa sentencia pasota y saludable: «Si critican, que critiquen.»
¿Se te ha desvanecido un poquito el miedo?
Fuentes: Psychology Today | Word Spy
Imagen de istolethetv
Comentarios
4 respuestas a «Miedo a ser el centro de atención»
Ayer fui el centro de atención y que bochorno. Fuimos a una tienda y estabamos mirando cuadros de imágenes de ciudades, personajes célebres, etc, cuando una de las personas que me acompañaba movió uno para verlo y empezaron los demás a moverse. Fui allí para ayudarla y lo hicimos peor porque al final cayeron todos :S. La gente de la tienda mirándonos, yo rojísima disculpándome con la chica, que por cierto muy maja, hasta nos preguntó si nos habíamos hecho daño, un espectáculo. A mí no me gusta ser el centro de atención, no por vergüenza porque la verdad de eso tengo poco, si no porque siento que la gente espera algo de mí y si no se lo qué es me pongo nerviosa :S
Un besitoooo
Qué bueno… Parecía que estabas narrando la escena de una comedia televisiva. 😀 Visto desde lejos suena hasta gracioso, aunque vivido en el momento pudiese resultar embarazoso. Perdón, pero le encuentro su puntillo gracioso y todo.
En fin, ¿quién no se ha visto en una situación así? Ufff… Ahora vienen a mi mente un montón de situaciones protagonizadas por mí en las que pronuncié mentalmente: «Tierra, trágame.» Como una vez, cuando empezaba a conducir, que monté el lío padre en una rotonda, ja, ja… Los conductores a los que molesté se acordaron de todo mi árbol genealógico, fijo, y yo las pasé canutas, pero ha quedado como una anécdota divertida. Menos mal que uno puede mirar atrás y reírse. 😀
Besos, Alba!!!