La verdadera necesidad de alguien que se queja compulsivamente

¿Te relacionas con alguien que se queja con una frecuencia exagerada? ¿Quieres saber porqué lo hace y cómo protegerte tú de toda esa negatividad? De eso vamos a hablar.

Nos concentraremos en el “quejoso compulsivo“.

Valga la expresión anterior para referirnos a esa persona que tiene problemas (como todo el mundo), pero éstos no son necesariamente más numerosos, trágicos, reales y auténticos que los que pueda tener cualquier otra persona.

El quejoso se lamenta continuamente, tanto si la vida le ha dado un revés (grande o minúsculo), como si espera que se lo dé en breve.

Casi nunca se ve a sí mismo como una persona negativa.

La mayoría de las veces suele considerar, simplemente, que es una persona que tiene problemas o muy mala suerte y reacciona ante tal panorama de una manera natural. Esto es: expresando su indignación y molestia.

Esta persona de quejas abundantes y continuas…

quejas al viento

¿Qué es lo que quiere?

Este tipo de quejoso NO quiere soluciones en primer término. Lo que quiere es llamar la atención; que tú le escuches, te solidarices y reconozcas el sufrimiento que atraviesa.

No suele servir que le animes para que vea el panorama menos negro. ¿Menos negro? Como le digas eso es muy probable que añada al lote diez desgracias, quebrantos, molestias y atropellos más, para convencerte a ti de su terrible realidad.

En muchas ocasiones, tampoco sirve de nada que apuntes soluciones ni consejos. Da igual lo útiles y buenos que sean. Peor en ese caso, porque le estás quitando mérito a su estoicismo… y eso no le sienta nada bien.

Es más, la voluntad que le puede faltar para encontrar soluciones a sus problemas, la empleará para apuntar objeciones e inconvenientes a cada idea que le propongas.

Queda claro que lo que quiere alguien que se queja compulsivamente es tu solidaridad y reconocimiento. Nada más.

Pero eso que quiere te perjudica a ti bastante.

¿Por qué?

(1) Cansa horrores: Escuchar todos los días a una persona que no se quita la queja de la boca te deja la energía por los suelos y los ánimos, también.

(2) La actitud se contagia: Si, ya que estés harto, le dices a esta persona que no soportas que se queje tanto, te contestará: “Tú también te quejas.” Y tendrá razón.

Verás que dentro de poco “se te pega” esta poco edificante manera de llamar la atención. Quejarse es gratis, fácil y adictivo.

(3) Estresa: Si a tu cuota de problemas le añades un quintal de lamentos ajenos, también aumenta tu estrés.

Y conjugando el estrés, el cansancio y la fórmula rápida para ser el centro de atención, poco a poco se va erosionando tu habilidad para encontrar soluciones a los problemas.

¿Qué puedes hacer en tu relación con el quejoso?

Hay que insistir en que no estamos hablando de una persona que está pasando por una experiencia difícil ni de alguien que se queja ocasionalmente. Hablamos del quejumbroso que no cesa.

Tienes varias opciones:

1) Limita la exposición a sus quejas: Pasa menos tiempo a su lado, si te es posible.

2) Blíndate emocionalmente: Si lo anterior no es viable, escucha, pero no conectes con su “sufrir”. Deja la empatía para cuando sea necesario.

3) Cambia de conversación: Ante la nueva queja, muestra solidaridad: “¡Ay! Es terrible. Lo siento mucho” (aunque no lo sientas tanto). Y, acto seguido, cambia de conversación: “¿Dónde vas a ir este fin de semana?

Aquí tienes más ideas: 10 Estrategias para tratar a alguien que se queja continuamente.

Puntualización: Hemos de manejar lo anterior con mucho cuidado. Observemos con paciencia, por si se da el caso de que esta personita en un momento dado esté buscando ayuda, opinión o consejo.

Que se queje en exceso por nimiedades no la exime de atravesar problemas donde, realmente, va a necesitar que le echemos una mano.

Imagen de Kathryn


Categoría: