Cuando el objetivo se resiste

¿Te has propuesto alguna vez un objetivo varias veces? No lo consigues a la primera ni a la segunda, pero puede que sí a la tercera. ¡A la tercera va la vencida!

Y, si no es a la tercera, puede ser a la cuarta, a la quinta… o a la vez que sea. Si el objetivo vale la pena, bien empleado es cada intento.

Cada vez que volvemos a la carga no nos situamos en el “punto cero”. La información que tenemos sobre cada intento fallido es muy valiosa, si sabemos analizarla y aprovecharla a nuestro favor.

De eso hablamos hoy: de los posibles fallos y del modo de abordarlos. Enfoquemos tres bloques cruciales.

1. Las razones

Las razones reales por las que luchamos por un objetivo son la clave.

  • ¿Por qué queremos lograrlo?
  • ¿Cómo afectará a nuestra vida?
  • ¿Es algo que deseamos realmente o responde a una presión exterior?

Tenemos que estudiar muy bien qué se esconde detrás de nuestro objetivo.

Si, por ejemplo, nos proponemos perder unos kilitos hay que analizar cuidadosamente todo el panorama:

Quiero adelgazar porque…

  • … es bueno para mi cuerpo.
  • … me encantaría estar en forma.
  • … a mi pareja le gustaría.
  • … luciré esbelta en la boda de mi hermana.
  • etc.

Detrás de un objetivo hay una o varias razones y ésas influirán en la motivación que tengamos para lograrlo.

Para nuestro próximo intento nos quedaremos con las razones honestas y más poderosas.

2. El plan

Que todo el trabajo recaiga sobre la fuerza de voluntad no es una gran idea. Ya hemos dicho que ésta es un recurso limitado y, frente a un objetivo costoso, necesitamos además una buena dosis de motivación.

Por eso mismo hemos analizado las razones reales que hay detrás del objetivo.

Ahora tenemos motivación y la fuerza de voluntad a tope. ¿Qué es lo siguiente que necesitamos? Un buen plan.

Haber fallado en ocasiones anteriores es muy útil para hacer ajustes o para rediseñar la estrategia.

¿Qué es lo que ha fallado?

  • ¿Una mala secuencia de los pasos a seguir?
  • ¿Un ritmo demasiado intenso al inicio?
  • ¿Una cuestión de horario, tal vez?

mujer corriendo

3. Los hábitos

Tenemos que tener en cuenta dos tipos de hábitos: aquéllos que interfieren con nuestro objetivo y los que son útiles para lograrlo.

Podemos comenzar por identificar qué “malos hábitos” han sido un obstáculo.

Por ejemplo, volviendo al tema de los kilitos:

  • ¿Será mi hábito de picotear entre horas?
  • ¿Será que como para relajarme por la noche?
  • ¿Que utilizo la comida como premio, tal vez?

Una estupenda idea, a continuación, es sustituir estas malas costumbres por hábitos favorables.

Ejemplos:

  • Comer más fruta.
  • Relajarse haciendo yoga.
  • Ver una película como autorrecompensa.

¿Por qué? Muy sencillo.

Por una parte, nos deshacemos de ese hábito indeseable que echa abajo nuestro propósito.

En segundo lugar, obtenemos una enorme ventaja: Cuando adquirimos un “hábito bueno”, no dependemos de la fuerza de voluntad ni tan siquiera de la motivación.

Al inicio, sí, pero una vez adquirido el hábito no pensamos si tenemos ganas o no de hacer tal cosa. Simplemente, la hacemos.

Eso allana bastante el camino y supone un considerable ahorro de energía.

Y ahora… ¿Te animas a intentarlo de nuevo? 😉

Imagen de lululemon athletica


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Comentarios
3 respuestas a «Cuando el objetivo se resiste»
  1. Nath

    Pues yo me animo!!! Me parece bastante útil y esperanzador de una manera realista. Es un trecho desde el primer esfuerzo hasta convertirse en un hábito pero sin lugar a dudas vale la pena.
    La entrada (como siempre) genial!

    1. TBM – Casandra

      Muchas gracias, Nath! 😀

      Sí, es verdad que algunos hábitos nos lo ponen difícil, pero luego vale la pena el esfuerzo.