Acaba el informativo de la tele. Y, si ya tu lote de problemas era suficiente para mirar hacia el futuro con pesimismo y ansiedad, ahora te dan ganas de tirarte por un puente.
Qué panorama más negro…
Paremos en este punto. Estamos de acuerdo en que hay bastantes cosas en la vida que no puedes evitar ni controlar, pero tu actitud no es una de ellas.
De cuál sea tu actitud ante tales pruebas difíciles, dependerá que te tires por el puente o que te enfrentes a lo que venga.
Está claro que te conviene (nos conviene) adoptar una actitud positiva y, para procurarla, recopilamos estas ideas.
Ideas para mirar con optimismo hacia el futuro
Si eres visitante del blog, ya te sonarán, porque están todas desperdigadas por aquí.

1. Ata en corto al estrés: Sea como sea este día, busca un poco de relax haciendo algo que disfrutes, así sea escuchar tu musiquilla favorita unos minutos.
2. Reúne tus preocupaciones: Sí, hazles una evaluación y decide si son asuntos que van a afectarte de aquí unos días, a unos meses o a un año. Lo que no te afecte, ¡a la porra! Lo que sí te afecte, reordénalo según su prioridad y asígnale un tiempo para OCUPARTE y buscarle remedio.
Por si te sirven, aquí tienes 10 técnicas contra la preocupación excesiva.
3. Consúltalo con la almohada. Si un problema te abruma, descansa (en la cama o en otra parte). Este remedio clásico funciona. Toma las decisiones importantes cuando estés despejado y sin emociones que interfieran.
4. Prueba con otra concepción de los problemas. En lugar de mirarlos como obstáculos que te separan de lo que quieres, considéralos como situaciones que precisan una respuesta.
5. Busca apoyos. Al menos, habla de lo que sientes con una persona de tu confianza. Verás que tu carga se aligera bastante. Y, quizás, esa persona te ayude a ver el problema que sea desde una perspectiva distinta.
6. Sé receptivo al buen humor. Aunque no esté el horno para bollos, intenta dejarte llevar por los momentos que se presten a sonreír. No te cierres a ellos.
7. Lo que haces bien, hazlo. Puede haber docenas de cosas que te disgusta hacerlas o que se te dan tirando a mal. Pero hay otras que controlas y, qué caramba, eres bueno haciéndolas. Sean las que sean, hazlas.
8. Emplea más el «Puedo». Disminuye la frecuencia con la que dices «No puedo». O, si acaso, añade a la frase adverbios que no la hagan definitiva: «No puedo… ahora.»
Y, poco a poco, decántate por el «Puedo». Por cada cosa que no puedes, hay otra que sí puedes hacer.
9. Extremos, los justos. De paso que haces esos ajustes, trata de limpiar de tu vocabulario los fastidiosos: Siempre, Nunca, Todo, Nada. Son de muy poca ayuda y añaden presión.
He aquí 6 tipos de palabras a usar con moderación.
10. Habla en positivo. Ya que nos ponemos con el lenguaje, intenta describir la situación que te tiene tenso de la manera más positiva que se pueda.
Porque, si optas por referirte a ella de un modo muy negativo, tú mismo te crees esas palabras y corres el riesgo de que te aprisionen.
Es fácil hacerlo. Refiriéndote a una misma situación complicada, mira qué cambio hay entre estas dos formas de expresarse sobre la misma:
(1) No puedo soportarlo más.
(2) Qué perdido estoy. Necesito ayuda.
¿Mucho trabajo? No te creas. Es más trabajoso preocuparse y darle vueltas al coco sin tregua.
Además, puedes poner en práctica una sola de estas ideíllas. Cualquiera de ellas es buena para despejarte y dejar de ver el panorama tan oscuro.
Imagen de Frederic Poirot