¿Hay un gran objetivo personal con el que estés entusiasmado? ¿Tal vez un objetivo que compartas con un grupo? ¿Un gran objetivo colectivo?
Algunas personas prefieren no plantearse objetivos muy ambiciosos. Prefieren metas que consideran más asequibles o probables de conseguir.
Si tú eres uno de los que se atreven a pensar en grande, que no te disuada el hecho de que otras personas se decanten por lo menos arriesgado.
Quizás seas el “bicho raro” de tu entorno. Pero eso es un inconveniente menor, si lo pones al lado de estas ventajas.
1. Optimismo. O la alegría que experimentas cuando te ves a ti mismo acercándote poco a poco a lo que quieres.
2. Motivación. De donde brota la determinación para superar los obstáculos que encuentres.
3. Enfoque. Como tienes claro tu objetivo, optimizas tus recursos. Eliges bien en qué invertir tu tiempo y tu energía.
No es descabellado plantearte objetivos grandes. Porque, incluso si te quedas a mitad de camino, ese tiempo lo invertiste en algo importante para ti.
Aprendiste. Fuiste feliz. Compartiste tus experiencias. Tus días tuvieron sentido, aunque faltara la guinda de llegar a la meta.
Eso, si no la alcanzas. Porque también sobran ejemplos de personas que consiguieron cosas grandes. Personas que, como tú, un día decidieron transformar un sueño en una realidad.
Gracias a que pensaron a lo grande, lograron lo grande, a través de una cadena larga de pequeñas acciones bien orientadas.
Aunque atravesaran dudas, no se dejaron disuadir por el conformismo ni por el miedo. Vencieron las ganas de conquistar lo que se habían propuesto.
Y no sólo hablamos de celebridades. Probablemente, conoces a personas que han logrado un objetivo importante o van camino de ello. Tal vez sean menos numerosas, pero ahí están.
Si te identificas más con ellas que con las personas que prefieren metas más modestas (o ninguna meta en absoluto), ya sabes a quién acudir cuando quieras inspirarte.
Si eres de los que se atreven con objetivos grandes, no estás solo.