La locura de quedar bien con todos

Es muy difícil que alguien consiga la gesta de complacer a todo el mundo con lo que hace.

Pero, en el improbable supuesto de que lo lograra, ¿crees que nos habríamos dado cuenta de que existe? Esa persona quedaría tan diluida en la multitud que pocos notarían que está ahí.

El vicio de complacer a los demás a toda costa no es sólo contraproducente por ser una vía segura a la mediocridad. Es que, además, es frustrante, dolorosa y utópica para quien camina por ella.

caretas

Por ejemplo, imagínate que tú quieres ser bueno con la Humanidad y donas a los más pobres el jugoso premio que has ganado en la lotería.

Tu familia, tus amigos y la mayor parte de la gente que llegara a enterarse (si se hace público), te felicitarían y estarían muy contentos con tu gesto. Desde luego, también lo celebrarían los beneficiarios de la donación.

Pero, ¿qué te apuestas a que surge por ahí una voz a quien no le parece bien?

Quizás no vea ninguna generosidad en ese gesto, sino algo sospechoso. O ponga pegas acerca de quién recibe el dinero. ¿Por qué esas personas y no otra institución?

Ahorrémonos la apuesta. Te van a criticar de todos modos. No importa la buena intención o el grandioso amor con el que te muevas.

Resulta que hay alguien ahí a quien no le va a gustar lo que hagas. Puede que por motivos lógicos, por ideología contraria, por una razón ininteligible o disparatada, por pura envidia o malicia congénita. Da igual.

¿Sabes por qué da igual? Porque lo que piensen no es asunto tuyo.

No puedes controlarlo

En el fondo, las personas que tratan de complacer a los demás son controladoras.

No sólo tratan por todos los medios de que la gente «piense bien» de ellas. También pretenden que emitan una respuesta favorable: ¡Bien hecho! ¡Qué lindo eres!

Qué desgaste tan tremendo. No me digas que tú intentas generar esa imagen positiva a toda costa…

Si así es, te va a caer un cubo de agua fría el día que descubras que, cada persona que conoces, ya te ha «clasificado» de una manera en su cabeza.

Es natural. Como humanos, le tenemos manía a lo impredecible…

Total que, aunque no te haga ni pizca de gracia, tú ya estás categorizado en la mente de las personas que te conocen.

Si bien, esas etiquetas pueden ser superficiales o muy flexibles, y pueden ir cambiando cuando tengan más datos sobre ti.

Lo que cuenta es que ellos te han clasificado de acuerdo a sus principios/valores y experiencias previas. Y tú no puedes modificar ni controlar ese conjunto. Para cada persona es uno.

Ya te imaginas… Si quieres darle gusto a todos, no hay de otra que ser más falso que un euro de madera. Y, en caso de que lo consigas, ¿crees que vale la pena? ¿Vivirías mejor?

A solas frente al espejo

Aquí falta el testimonio de alguien que diga que siente que su vida ha ganado en plenitud gracias a que se esfuerza por darle gusto a todo el mundo. Y probablemente tarde en llegar.

Pero no va a faltar el mío, que soy de la opinión de que lo más importante es que tú estés tranquilo con lo que has hecho. Quizás equivocándote apoteósicamente, pero sin dejar de ser honesto.

Es impagable que puedas mirarte al espejo, un día y al otro, y sentir que obraste coherentemente, respetando lo que te dijo tu conciencia, ¿no crees?

Imagen: h.koppdelaney cc


Categoría: