La persona controladora quizás pretenda dar la imagen de ser fuerte y estar segura de sí misma, pero detrás de esa fachada lo que hay es inseguridad.
Alguien que está realmente seguro de sí mismo no tiene la necesidad continua de dejar patente su criterio y su poder sobre las opiniones, las decisiones o las acciones de otras personas.
Saber esto nos ayuda a enfocar la situación. El controlador o controladora se empeña en dirigir a otros y en que se haga su voluntad para sentirse seguro.
Cualquier cambio que no vaya en la dirección que desea, supone una amenaza.
El controlador se hace una idea de cómo eres y no te puedes salir de ahí. Se supone que sabe perfectamente qué sientes y qué te conviene. Su opinión es la que vale:
¿Sabes qué es lo que necesitas…?
El controlador te lo dirá porque cree que lo sabe mejor que tú. Está convencido de que te conoce bien, porque le da miedo todo lo que pueda salirse de sus esquemas.
También suele manipular a quien tiene alrededor, ya sea sutil o descaradamente, y se frustra cuando no lo consigue.
Las cosas tienen que ser como le gustan a la persona controladora, que no suele verse a sí misma tan manipuladora y abusiva. Simplemente, cree que tiene la razón y que los demás son quienes se equivocan.
Coincidirás conmigo en que convivir con alguien así de dominante es difícil; tanto más difícil cuanto más cercana sea la relación con esa persona. Por lo que vamos a recopilar 4 estrategias útiles para nuestras interacciones, que nos deja la doctora Judith Orloff.
1. Nunca intentes controlar a un controlador
Sé asertivo y dile claramente lo que piensas, pero ni te hagas la víctima ni le digas lo que tiene que hacer.
La persona controladora suele tomarse incluso los pequeños asuntos como una lucha de poder. Por lo que también es recomendable que no te desgastes por cosas sin importancia.
Por ejemplo, si le da por discutir por haberte olvidado de ponerle el tapón a la pasta de dientes.
2. Exprésate con tacto y diplomacia
Esta táctica puede ser útil si la persona es receptiva a tus sugerencias.
Por ejemplo, cuando estás hablando con un amigo que monopoliza la conversación sin dejarte meter baza. Quizás está tan «emocionado» que no se da cuenta de que tú también quieres hablar.
Podrías decirle que su opinión es muy interesante, pero que te gustaría que te dejase dar la tuya.
3. Establece límites
Si hay una persona que mete las narices en lo tuyo, que opina y te dice continuamente qué tienes que hacer, siempre puedes responder educadamente: «Valoro tu consejo, pero quiero hacer esto a mi manera.»
Habitualmente, los controladores son personas insistentes, con lo que tendrás que repetir este mensaje varias veces. Repetir y repetir, manteniendo un tono neutral y sin exaltarte.
Ten paciencia, porque esto puede durar días o semanas, hasta que lentamente se redefinan los términos de la relación y la comunicación con esa persona.
Si dicha persona quiere cuentas contigo, habrá de respetar esos límites.
4. Resta importancia a determinadas situaciones
Imagínate que la persona controladora es tu jefe y tú, que has decidido conservar tu puesto de trabajo, has de aguantarlo y obedecer sus órdenes, sin más. Su estatus es superior al tuyo.
Si, cuando él/ella revisa tu trabajo, te dice: «Yo no te dije que hicieras esto así«, «Te ha faltado este detalle«… exprésale tu punto de vista, si quieres. Pero no te frustres, no te enfades ni te sientas mal.
Te estresarás por algo que no vale la pena, porque esa persona no va a cambiar al ver tu carita de decepción. Termina el trabajo y ya está.
Espero que te resulten útiles estas sugerencias, al menos para entender un poco mejor a la persona controladora. Ése es el primer paso para que puedas elegir cómo te comportas con ella.
Imagen de Gabriela Camerotti