Este post lo encabeza un refrán muy saludable: Quien hace lo que puede no está obligado a más.
Saludable, porque quien lo interiorice se ahorrará un sinnúmero de culpas, agobios, vergüenzas y remordimientos varios. Y también porque juzgará con menos dureza a otras personas.
Es de esperar que todos cometamos errores y que tengamos nuestras limitaciones. Somos humanos y la palabra “perfección” no es aplicable a ninguno de nosotros.
Entonces, ¿a qué viene tanto martirio?
Si tú haces lo que puedes, con lo que sabes y con lo que tienes a mano, no has de sentirte mal por tu error o por no haber llegado hasta donde “se supone” que tenías que llegar.
Relájate. Vamos, que no has matado a nadie… Todo ese estrés que sientes, posiblemente, es mucho mayor (y más perjudicial) que la metedura de pata que cometiste.
Si puedes hacer algo para enmendarlo, hazlo. Si no está en tu mano, déjalo estar.
Que te resbale lo que digan
Supongo que lo anterior sería más fácil si no existiera la presión social.
Yo misma, que llego a tu casa y la veo toda desordenada y polvorienta. Ancha me quedo diciéndote: “¡Qué mal te organizas! Yo tengo que hacer más cosas que tú y, aun así, limpio.”
No sé si te has enfermado, si has tenido un día difícil o si realmente tienes menos obligaciones que yo. Me limito a resaltar tu incompetencia para organizarte y, para redondear, me pongo de ejemplo.
Vamos a suponer que es cierto (que no lo es, ya que mi casa no está para presumirla). Supongamos que yo soy muy buena organizándome, porque mi buen tiempo me ha llevado adquirir esos hábitos que tú aún no tienes.
¿Y qué, si no los tienes?
Que yo me desenvuelva mejor en eso (o en otra cosa) no me da derecho a juzgarte duramente. Yo tuve que empezar de cero y no fue de ayuda que llegara alguien que sabía más a decirme que, ciertamente, no sabía. ¿Qué ayuda es ésa?
Por eso, no hagas caso a lo que te digan otros y, mucho menos, seas tú el juez más implacable: “Soy un desastre.”
No lo eres. Has hecho lo que has podido (y bien hecho está), en medio de las cargas familiares, laborales y otros compromisos. ¿Te has dejado la casa sin limpiar? Sí, ¿qué pasa?
En lo sucesivo, irás haciendo ajustes para ir solucionando esa situación o la que sea. En todo momento, haciendo lo que puedes con los recursos que tienes. Con eso basta.
Si alguien te pide más, allá se las averigüe.