¿Cómo te desenvuelves ante la presión social?
Las propuestas de esta entrada pueden servirte para manejar unas cuantas situaciones incómodas en las que vas «al revés del mundo».
Ya sabes lo que es la presión social. La has experimentado cuando tu forma de pensar o de actuar han entrado en conflicto con lo que esperan de ti quienes están alrededor.
Cuando te separas de las expectativas de “la gente”, algunos tratan de que vuelvas al buen camino empleando recursos tan tajantes como el rechazo o la amenaza. U otros más sutiles, como las críticas, el sarcasmo, la retirada de atención, etc.
La gente se sirve de esas actitudes para que no te salgas del molde donde se supone que tú encajas. A esa presión social nos referimos aquí.

Muchas personas se estresan tratando de satisfacer las expectativas de los demás, se agobian por encajar en los moldes que otros han dispuesto y, con frecuencia, realizan sacrificios.
Dejan de hacer lo que quieren, para comportarse como otras personas esperan. Cosa que, después de un tiempo, suelen lamentar.
Pero, ¿cómo liberarse de esa presión social? ¿Cómo puedes andar tu camino como te parezca, sin experimentar culpa ni vergüenza?
Es difícil cuando llevas mucho tiempo plegándote a las expectativas de otros. No obstante, apuntemos algunas ideas prácticas para manejar esas situaciones.
1. Recuerda que la opinión más extendida no siempre es la mejor
A la hora de decidir qué está mal o qué está bien solemos mirar a la mayoría. ¿Qué piensa la mayoría? ¿Qué hace la mayoría?
Nosotros mismos nos presionamos tratando de encajar con lo que piensa esa mayoría. Pero resulta que la mayoría, muchas veces, no tiene ni idea de porqué piensa o actúa del modo en que lo hace.
Muchos están adoctrinados. Se han acostumbrado a unas ideas y no las cuestionan. Las siguen, sin más. Y esperan que otros hagan lo mismo.
- Eres más guapa si estás muy delgada.
- Los hombres no lloran.
- Una persona de éxito es la que está rodeada de abundancia material…
- Etc.
Sobran ejemplos de ideas que están muy extendidas y no por eso son más o menos válidas que las que puedas tener tú. Recuérdalo cuando te sientas presionado porque piensas o actúas de un modo distinto.
En todo caso, date un aplauso por haberte atrevido a pensar por ti mismo y a llegar a tus propias conclusiones. Mejores o peores, acertadas o no, son tuyas.

2. Evita dar una importancia exagerada a ciertas actitudes
La presión puede adoptar la forma de extorsión, acoso o amenaza. Vamos a dejar a esto a un lado, que es cosa más seria.
Nos quedaremos con esas presiones sociales que se ejecutan de un modo más sutil: críticas, miradas de reprobación, comentarios burlones, risitas, desaires, bufidos de fastidio…
Sólo con superar estas situaciones incómodas, ya te estás quitando bastante estrés de encima. Y una manera sencilla de hacerlo es no darles más importancia de la que tienen.
Son eventos triviales. Como, por ejemplo, cuando pasas junto a un grupo de conocidos, que dejan de hablar y se quedan observándote (con mala cara, según tu impresión).
Evita montar un drama en tu cabeza cuando vivas situaciones de ese tipo. No hay necesidad de exagerar y de acabar la película pensando que todo el mundo está en tu contra.
Las críticas, las miradas y risitas… Mira esos gestos con la cabeza fría y pregúntate porqué te los dedican, si quieres. Pero no les atribuyas más importancia de la que puedan tener.
3. Refuerza tu autoestima
Hay personas que dependen en exceso de la opinión de otros. Esperan que los definan y, desde luego, que aprueben su comportamiento. Sólo se sienten bien consigo mismos cuando “la gente” da el visto bueno.
Estas personas no se atreven a romper con la presión social. El gesto más leve de rechazo hace que se sientan fatal, poco valiosos. Con lo que no les queda de otra que pasar por el aro y cumplir con las expectativas de quien encarte.
Con el tiempo, cualquiera que haya estado ahí puede dejar esa esclavitud. Lo puede hacer reforzando su autoestima y la confianza en sí mismo.
Cuanto más sana está tu autoestima, menos vulnerable eres a la presión social.
El tiempo que emplees en conocerte bien y en aprender a quererte tal como eres estará muy bien empleado.
4. Rodéate de personas que te aceptan como eres
El hecho de que haya personas que no aprueben tu comportamiento no quiere decir que toda la humanidad vaya a hacer lo mismo, a no ser que ser que hagas tal daño que todos coincidamos en censurarte.
Por diferente o excluido que te sientas, es muy probable que conozcas a personas que piensan de un modo parecido al tuyo. Y a otras que, aunque no piensen igual, son respetuosas con la diversidad.
Hay personas con las que puedes ser tú mismo; que te respetan y te quieren como eres. Trata de que haya personas así en tu círculo próximo y cuida estas relaciones como a un tesoro.
Cuando tienes el apoyo de familiares, conocidos y/o amigos que te aceptan como eres, te haces más fuerte para afrontar la presión social.
Ya que te hayas equipado bien, verás que no es para tanto. Cada vez, serás menos dependiente de las expectativas de personas que ni te aprecian siquiera.
Y estarás contento contigo mismo cuando empieces a moverte como tú decides, sin que te importen los gestos de reprobación de los que quieren meterte en su molde. Tú eres libre.
Imágenes: Derek Giovanni Photography Lineup (license) / Armcon Precast