Renuncias en pro de algo mejor

Cada vez que haces un cambio en tu vida, ganas unas cosas y pierdes otras. Lo ideal es que aquello que ganas supere a lo que pierdes.

Sin embargo, aun siendo así, hay cosas positivas que quedan atrás.

  • Si te propones sacar mejores notas, te aplicas más al estudio y renuncias a unos cuantos buenos ratos de parrandeo.
  • Si quieres bajar de peso, tienes más cuidado con tu dieta y te privas de comer docenas de bombones y pasteles.
  • Si quieres ahorrar, haces un presupuesto donde no tienen cabida esos caprichitos impulsivos que te permitías.

¿Ves? Hay cosillas buenas que haces a un lado. Puede que más de las que consideras en un primer momento. Y quizás las eches de menos, a tal punto de darles más peso del que en realidad tenían.

persona que hace ejercicio

Otro caso muy visible es el del ex-fumador. Cuando el pobre se está desenganchando del vicio esclavizante del tabaco, echa de menos el cigarrito que se fumaba después del café.

Estaba acostumbrado a ese “placer”, que ya no está. Lo ve como una renuncia. Siente haber perdido algo grande, especialmente cuando el mono le aprieta.

En los ejemplos mencionados, quizás lo perdido fuera “bueno”, pero lo ganado es mejor, ¿o no?

Lo que pasa es que, cuando estamos al inicio del cambio, no lo vemos tan claro. A los humanos nos afecta más el miedo a perder que el gozo de ganar. Pero ahí estás tú, para ponerle énfasis a lo bueno del cambio.

Porque, a medida que vas avanzando en tu nuevo camino, cada vez te acuerdas menos de esas renuncias (positivas) y valoras lo bueno que llega, que pesa mucho más que lo anterior.

  • Perdiste cuatro ratos de parrandeo, pero sacaste mejores notas.
  • No comiste tantos bombones como te hubiera gustado, pero ganaste una mejor forma física.
  • Hiciste recortes en tu presupuesto de ocio y, gracias a eso, fuiste juntando para comprarte un coche.
  • Te quitaste del cigarrito del café (así como de todos los demás) y las ganancias en salud fueron cada vez más evidentes.

Las renuncias ya no son vistas como tales. Sí, perdiste algunas cosas que considerabas buenas o placenteras. Pero ahora tienes algo mejor.

Quizás haya algo que, de vez en cuando, sigas echando de menos. Quizás, con el cambio estés enfrentando inconvenientes que antes no estaban.

Sin embargo, transcurrido el tiempo harás balance. Y descubrirás que lo que has ganado no sólo compensa, sino que supera a lo que perdiste. Verás que el cambio valió la pena.

Confía en eso, especialmente cuando te asalten la tentación o los lamentos por lo que dejas atrás. No, no era tan grande. Más grande es lo de ahora.

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