Ideas para caminar del resentimiento al perdón

¿Te han engañado? ¿Te han dado una puñalada trapera? ¿Han volcado sobre ti comentarios dolorosos?

Todos hemos pasado por ahí, sintiendo rabia, impotencia y su poquito (o mucho) resentimiento. Después, nos hemos ido recuperando.

Y, si estás a punto de recuperarte a falta de un pequeño empujón, espero que estas razones para deshacerte del resentimiento te sirvan.

3 Razones para deshacerte del resentimiento

dejar atrás el rencor

1. Porque el resentimiento consume mucha energía

Alimentar ese sentimiento destructivo cuesta mucho trabajo. Supone pensar y repensar acerca de lo que hizo la persona que te hirió. Y supone revivir la experiencia intensamente cuando la vuelves a ver.

Mucho trabajo que, en definitiva, ¿sirve para algo? Todo lo contrario. Tú eres el mayor perjudicado.

En palabras de la actriz Carrie Fisher, guardar resentimiento es como tomar veneno esperando que la otra persona muera. (Qué buena frase…)

2. Porque limita

Evitas la compañía de esa gente que no soportas. Quizás dejas de ir donde te apetece, con tal de no verles la cara.

¿Por la faena que te hicieron te privas de hacer lo que tú quieres? Si no te merecías que te trataran mal, ¿cómo es que tú lo estás haciendo contigo?

3. Porque el resentimiento estorba

Mientras estás regurgitando el malestar, pasan ante ti oportunidades para sentirte bien… y estás cegado ante ellas.

Ahora mismo, puedes disfrutar de unos momentos de calma y lo impiden esas razones para odiar, vengarte o alejarte de Fulanito, que no dejan de chisporrotear en tu mente.

Es hora de dejar ir el resentimiento

Hay heridas que no sanan cuando tú quieres, sino cuando pasa un tiempo y se cierran. Por eso, si ahora mismo estás dolido por el daño que te hicieron, tómatelo con calma. No hay prisas.

Ya llegará el momento en el que puedas quitarte la venda. Será entonces cuando puedas decidir entre dejar la cicatriz o reabrir la herida. Esto es, entre seguir adelante en paz o aferrarte al resentimiento.

Porque del mismo modo que a todos nos hieren, también nos llega la oportunidad de caminar del resentimiento al perdón. Transitar ese sendero vale la pena, principalmente por ti.

Cómo caminar del resentimiento al perdón

El resentimiento se produce cuando te sientes herido y dejas esa herida sin curar. No hablas de ella. Te callas. Y, mientras, esa herida abierta en tus sentimientos sigue doliendo, si es que no se hace mayor cada día…

Críticas, insultos, desprecios, errores… Cuando encierras todo eso dentro de ti, quien se castiga eres tú; quien sufre eres tú.

Por eso, el perdón es la salida más saludable para ti. Porque con el perdón dejas atrás el dolor.

De ahí que, principalmente por ti, te propongas recorrer el camino más o menos largo que existe entre el resentimiento y el perdón.

¿Quieres hacerlo pero te cuesta?

dejar salir el dolor

Expresa tus sentimientos

Para liberarte de los resentimientos, sácalos afuera. Observa de cerca todo eso que sientes: ¿Es ira? ¿Es decepción? ¿Indignación? ¿Qué es? ¿Por qué está ahí?

Sincérate contigo mismo y, después, si no lo hablas con una persona de tu confianza (que sería una estupenda idea), escríbelo, por ejemplo. La cosa es que encuentres una manera de sacar todo eso que está enterrado dentro de ti.

¿No te sale?

Muévete

Si estás muy herido, tremendamente molesto por algo que acaba de suceder, considera la opción de desfogarte con el ejercicio. Al liberar toda esa adrenalina pensarás con más claridad.

Sal a correr o a caminar a paso rápido. Es simple, pero efectivo.

¿Te sientes mejor? Cuando se templan las emociones, llega el momento en el que estás listo para darte las explicaciones que necesitas. Y también llega ese momento en el que estás preparado para hacer algo al respecto…

Toma la sartén por el mango

Además de ser tóxico para ti, el resentimiento puede convertirse en una jaula. Sé consciente de ello si te está ocurriendo.

Un ejemplo:

Pongamos que tu pareja te dejó a ti y ahora está conmigo. A mí me demuestras ese dolor girándome la cara para otro lado por la calle y llamándome a mis espaldas de todo menos bonita. Vale.

Se supone que ése es un castigo para mí. Puede que sí… o puede que a mí no me afecte lo más mínimo. Lo que es seguro es que es un castigo para ti, que cada vez que me ves sientes dolor, rabia… y no sé qué tantas cosas más.

Pero, como crees que «me estás castigando», te quedas ahí, con ese malestar perpetuo.

Como dice el refrán: Además de cornudo, apaleado.

Por eso, si puedes y tienes la ocasión, habla con las personas hacia quienes albergas ese resentimiento. Hazlo con calma, sí, pero haciéndoles saber porqué tienes esa herida. Eso también ayuda a sanarla, desde luego.

Ten presente que perdonar no es olvidar, sino dejar que el dolor se marche y, tarde o temprano, llega el día en el que estás preparado para dejarlo atrás. En ese momento, no lo dudes: Perdona.

Hazlo por ti.

Imágenes: square eyes y Comrade_S