En tu familia, en el trabajo y entre tus amistades abunda la gente negativa. Te manipulan, se aprovechan de ti, no te toman en cuenta y, en definitiva, te hacen la vida difícil.
Partamos de ahí; de que sientes que estás rodeado de gente negativa (para ti).
¿Te has planteado que puedes ser tú mismo quien está atrayendo a toda esta fauna?
¿La solución es cambiar a quienes te tratan con la punta del pie? No. La más razonable es que tú actúes de manera distinta, si es que quieres que la situación cambie.
Aquí van algunas sugerencias.
Sé tu prioridad.
Tú mismo has de situarte entre lo que más te importa.
Si tú no eres importante para ti, ¿cómo esperas que otros te respeten y te tomen en serio?
Deja de sentirte culpable si no complaces cada uno de sus deseos.
Porque ahí es donde atacará toda esta gente que NO quieres en tu vida. Te dirán que eres egoísta, insensible, que sólo te importas a ti mismo… Tú te sentirás mal y ellos aprovecharán para conseguir lo que quieren de ti.
Así es que, cuando los veas molestos y te echen en cara tu egoísmo, tómalo como una buena señal. Eso es que estás dejando de lado la necesidad de complacerlos para dar prioridad a lo que tú quieres hacer.
Reserva cada día un tiempo para ti.
Si casi todo tu tiempo gira en torno a lo que otro quiere de ti, ya va siendo hora de que te dediques una parcelita del día.
¿Qué cosas harías por ti y para ti? Haz una lista o, al menos, elige un par de cositas que te sirvan a diario de vitaminas para tu salud mental: Da un paseo. Trabaja en tu proyecto. Ve a clases de yoga. Medita un rato… o lo que se te ocurra. Y no dejes que te quiten ese momento.
Di que NO más a menudo.
La palabra “No”, cuando respondes a peticiones que no puedes o no quieres atender, es un “Sí” a ti mismo. Y, además, tiene otra utilidad: Te ayuda a identificar enseguida a toda esta gente tóxica.
La gente negativa de tu vida detesta el “No”. Te hacen la pelota o intentan hacerte sentir mal hasta que de tu boca sale un “Sí”. Han visto que les funciona contigo y por eso siguen haciéndolo.
El panorama cambia cuando te atreves a decir “No” con más frecuencia. Pruébalo. Atrévete a decir que NO con una sonrisa radiante y ellos irán apartándose de ti. El efecto del NO es parecido al de enseñarle un crucifijo a un vampiro.
La gente sana y equilibrada entiende y encaja el significado de un NO. Los individuos a quienes les falta un hervor son otra historia. Éstos te van dando de lado para buscar a otro pardillo que les dé el SÍ que quieren.
Deja de quejarte en público.
O, si lo haces, jamás te presentes como una pobre víctima de las circunstancias.
Estos depredadores emocionales están deseando ver a alguien con la autoestima y los ánimos por los suelos para lanzarse sobre la presa.
Cuando le dices al mundo que odias tu trabajo, por ejemplo, que eres muy infeliz y que jamás vas a lograr salir del pozo, es muy probable que, antes de que llegue quien puede echarte una mano, llegue ése que va a ponerte el pie encima.
Tampoco te quejes de ellos.
No les eches la culpa si sacan ventaja de ti. Sí, te han hecho daño y estaría bien que aceptaran su responsabilidad e hicieran propósito de enmienda… Pero, si has visto que no funciona, no insistas.
Es preferible que aceptes la situación y que tú mismo asumas la responsabilidad de curar tu herida.
Porque, si les montas una escenita de dolor, vuelves a presentarte antes ellos como una víctima indefensa. Y, una vez más, serás su presa.
Toma la iniciativa y persigue lo que quieres.
Decide si vas a ir al cine todos sábados, si te tomarás unas vacaciones en noviembre o si vas a empezar a hacer jogging. Decide lo que quieres… ¡y hazlo!
Es muy probable que, actuando así, atraigas a personas que también se mueven hacia delante; gente positiva.
Si te quedas esperando a que te den permiso o a que te rescaten de tu amargura, quienes aparecerán son ésos otros: los que te van a atar y a comer vivo si les dejas.
Como ves, puedes escapar de sus fauces. La pregunta es: ¿Quieres hacerlo?
Imagen de pasotraspaso