La vida golpea duro y te deja en el suelo. Quizás algunas personas han sacado ventaja de ti. Te han usado y han querido tirarte a un vertedero.
Te sientes impotente, una víctima, hasta que llega ese día en el que comienzas a ver las cosas de un modo distinto.
Ya basta de sentirte pisoteado. Es hora de agarrar la sartén por el mango y puede que estas ideas te animen a considerarlo. (Ojalá.)
Tú decides
¿No se te va de la cabeza lo descarado, insoportable, cruel y cretino que es… (inserta nombre aquí)? ¿La situación te tiene hasta las narices y con la energía por los suelos?
Déjalo tal cual y mírate al espejo. Si quieres que la situación cambie, el cambio empieza contigo. Todo empieza contigo.
Piensa
Dedica un tiempo a pensar con calma y tomando alguna distancia. Permite que se aplaquen las emociones y observa tranquilamente, desde un lado y desde otro.
Así es como van a surgir las ideas. Si te quedas quejándote, martirizándote o echándole la culpa a otros, pocas soluciones útiles pueden hacer «POP» en tu mente.
Por tanto, desahógate, permítete sentirte mal, llora como un poseso… y, después, témplate un poquito.
Soluciones
Si hay un problema, hay una solución (o varias). Sigue buscándola. Si no es a la primera, continúa hasta que puedas decir… ¡Eureka!
Consulta, busca, pide consejo (si hace falta) y quítate unos cuantos «PEROS» de en medio para que no le roben brillo a tus ideas.
Quédate con el «QUÉ» y con el «CÓMO»
A la hora de analizar el problema y responder los interrogantes que te chisporroteen en la mente, descarta o aplaza los «porqués» si son de este estilo:
¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué Fulanito se porta así conmigo?
El PORQUÉ no es muy útil en este caso. Reafirma tu papel de víctima y tú no quieres eso. Lo que quieres es coger el toro por los cuernos.
Para tal fin, quédate con el QUÉ y con el CÓMO: ¿Qué puedo hacer para que esto mejore? ¿Cómo puedo darle la vuelta esta historia?
El primer paso
Si la situación es complicada, quítate de la cabeza que se vaya a resolver a primeras de cambio. Paciencia. Remontar lleva su tiempo. Eso sí, toda remontada empieza por un primer paso.
Ése nadie puede darlo por ti. Eres tú, tú y tú quien tiene la responsabilidad y la posibilidad de darlo.
Decide en qué. Decide cómo. Y muévete. Si es poquita cosa, buena es. Lo más importante es que ya has pasado a la acción.
No, no es fácil. Pero esta situación es bastante más halagüeña que la inicial: ¿Tú, tirado en un charco, víctima del mundo? ¡Ni hablar!
¡Te has levantado! El cambio comienza y está en tus manos.
Imagen de Llima