Quizás no puedas cambiar una situación que no te gusta, pero sí puedes elegir el modo en que la miras.
Las contrariedades están ahí para todos. Cuando llegan, unos deciden sumirse en la negatividad; otros buscan el lado positivo de la situación (por insignificante que sea) o, al menos, la manera de sobrellevarla.
Y no hablamos sólo de enfrentar desgracias. La vida cotidiana nos brinda ocasiones variadas para practicar esta cuestión.
Elige cómo mirar las cosas
Poniéndote en el lugar del otro
Eso es empatía. Cuando, por ejemplo, estás en desacuerdo con alguien y sientes que te crispas por momentos, tienes la opción de mirar la situación a través de los ojos de esa persona. Escúchala.
¿Para qué? Para comprender sus necesidades y sus motivaciones.
No, no tienes que cambiar de opinión. Escuchas a esta persona para tener una visión distinta del problema y para abordar posibles soluciones de una manera respetuosa.
Desligándote de un momento tenso
¿Recuerdas eso de que “Los árboles te impiden ver el bosque“?
En ocasiones estás tan metido en una discusión o en un disgusto, que pierdes de vista “el bosque”. Pregúntate qué trascendencia tiene este asunto en tu vida.
¿De veras es tan importante tener la razón en esa discusión? ¿Mejorará tu vida de aquí a una semana, de un mes…? ¿Ganarás un premio?
Más feliz te hará mantener la paz y elegir sabiamente tus batallas. Evita desgastarte por asuntos que no merecen ese mal rato.
Sacudiéndote el pesimismo
Es muy natural que te sientas mal (o fatal) después de un error o de que algo no funcionase como tú querías.
Pero, después, tú eres quien decide si quedarte con la frustración o si intentas buscar algo positivo desde donde remontar poco a poco… ¡y salir adelante!
Tú eliges cómo reaccionar a esas situaciones adversas. Y puedes elegir mirar hacia soluciones, nuevas ideas u oportunidades. ¿Por qué no?