Hemos de tener cuidado con la palabra PERO, igual que con otras palabras delicadas que usamos alegremente.
“PERO” es una palabra que escuchamos y leemos bastantes veces durante el día. Sin duda, una palabra muy útil.
Usamos el PERO para apuntar excepciones, limitaciones, obstáculos, errores o inconvenientes referidos a la frase que precede.
Ejemplo:
– Todo eso está muy bien, pero, ¿para qué me sirve?
Junto a “PERO” hay palabras que realizan una función similar: Sin embargo, no obstante, aunque…
Todas ellas se utilizan con frecuencia en este blog, sin ir más lejos, con el objeto de hacer aclaraciones y puntualizaciones varias. No podríamos sobrevivir sin ellas…
PERO, tanto tú como yo podríamos prescindir de otros tantos “peros” fastidiosos e innecesarios que, a lo largo del día, nos dedican otras personas o nosotros mismos.

El “PERO” desmotivador
– La comida está muy bien, pero le falta una pizquita de sal.
Te has pasado horas enteras en la cocina, esforzándote durante varias horas, para que luego llegue alguien a resaltar ese pequeño detalle que falta.
En lugar de agradecerte tu dedicación y felicitarte por el resultado más que aceptable, tiene que salir con lo de la sal…
Desmotiva, ¿verdad?
Lo mismo que cuando vas a contarle a alguien una buena idea que has tenido. O cuando te molestas en pensar una solución para responder a quien te pide un consejo y esta persona te suelta:
– Sí, pero… [insertar el inconveniente que sea].

Puede ser una palabra fastidiosa, detestable y de las más desmotivadoras del lenguaje (cuando se emplea detrás de una idea positiva), siempre y cuando tú elijas quedarte sólo con lo que viene después del “PERO”.
En ocasiones, querrás hacer caso del “PERO” para corregir y mejorar. Y, en otras, te interesará quedarte sólo con lo que viene antes del “PERO”.
Tú decides.
Porque la palabra “PERO” la pronuncia mucha gente. Tanto gente que está dispuesta a ayudar, como ésa otra que pretende justo lo contrario o como la que se permite opinar sin tener ni repajolera idea de lo que está hablando.
Conclusión: No todos los “PEROS” pesan lo mismo ni son igual de útiles, incluidos los que te dices a ti mismo.
Y tú, ¿te pones demasiados “PEROS”?
Con el lenguaje que utilizas en tus “diálogos internos” has de tener mucho cuidado. Y, ya que hablamos de ella, la palabra “PERO” merece una cautela especial.
Ocurre lo mismo que con los “PEROS” que recibes de los demás:
Unos son útiles; otros, sólo te desmotivan, te limitan y centran tu atención únicamente en lo negativo.
– Es una buena oportunidad, pero no me veo capaz de asumir el riesgo.
Cuidado con esto.
- Cuidado con todas esas excusas que te pones a ti mismo y con señalar únicamente los inconvenientes e imperfecciones.
- Cuidado con utilizar el “PERO” para sabotearte.
Úsalo más para darle la vuelta a una idea negativa:
– Sé que será difícil, pero yo soy capaz de hacerlo. Acepto el reto.
Y trata de eliminar todos ésos (propios o ajenos) que no te sirven para nada.
¿Qué te parece la propuesta?