Es determinado. Es intenso, primitivo y apasionado. Blanco o negro. Ideal para escribir letras pegadizas de canciones.
- Siempre te amaré. Nunca te olvidaré.
- Todo te lo di. Nada recibí.
- Tenías tú la razón. Y yo estaba equivocado.
El pensamiento extremo es más frecuente cuando las emociones se desbordan. Aunque habrás visto que hay personas que lo utilizan “en frío”, sin que las emociones empujen al extremo.
Ahí, al grano y con pasión
Es comprensible. No es difícil acostumbrarse a ver la realidad en términos de blanco o negro. Es rápido y ahorra energías.
Si yo llego a la conclusión de que “esto es lo mejor”, “aquel tipo es tonto” y “siempre meto la pata en el último minuto”, no tengo que darle más vueltas a distintas posibilidades. El trabajo está hecho.
Unas cuantas veces, estaré en lo cierto. Por ejemplo, al decir: “el sol siempre sale por el este”. Pero la mayoría de las veces me equivocaré.
Eso da igual. Equivocarme no me quita el sueño. Lo que sí pueden quitármelo son ciertas conclusiones extremas que me impiden ver más allá de las mismas:
- La gente es mala. No se puede confiar en nadie.
- Estoy solo y siempre estaré solo.
- Soy un fracaso. Todo lo que hago me sale mal.
Además, del sueño, me quitan la posibilidad de descubrir que la realidad es más compleja y cambiante de lo que ahora dictan mis emociones.
- Hay gente nefasta. Sí, pero también hay personas honestas y leales.
- Estoy solo. Sí, pero eso no quita que la situación pueda cambiar más adelante.
- He fracasado. Sí, pero eso también puede cambiar, sobre todo si hago algo al respecto.
¡Qué liberación! Al fin, vuelve la esperanza
Definitivamente, cuando te liberas de las conclusiones apasionadamente extremas, además de ver un panorama más “realista”, te quitas de encima el peso del miedo o la tristeza.
Aquí hay algunas propuestas para salirse del pensamiento extremo
• Mantener los pies en la tierra.
Ojito con las expectativas: Una situación (o una persona) no suele ser ni totalmente maravillosa ni totalmente desastrosa. Lo “real” suele ser una mezcla variada en colores.
• Huir de los adverbios “extremos”
(Salvo a la hora de escribir contenidos apasionados.) Siempre-nunca; todo-nada. ¿Se pueden sustituir por “frecuentemente”, “casi nunca”?
Admite la posibilidad de que la realidad se salga de lo esperado.
• Huir de las etiquetas rígidas.
Especial mención hacia las que utilizas contigo mismo: “soy torpe”; “soy el mejor”; “soy… ” Abre la puerta a las excepciones y al cambio.
• Huir del perfeccionismo.
Combatir ese lastre. Y aceptar los errores y tropiezos como algo natural.
• Alimentar la curiosidad.
Abre tu mente y permite que explore por lo nuevo y lo desconocido. Permanece receptivo a lo que puedas aprender hoy. Tal vez cambie tu modo de entender una situación… o no.
Conclusión: Las emociones (o la costumbre) pueden orillarnos a tomar conclusiones extremas que, muchas veces, no se corresponden con lo variado y cambiante de la realidad.
Estemos atentos para salir de la trampa del “blanco o negro” cuando caigamos en ella.