¿Has sentido alguna vez ganas de rebelarte? ¿De romper esquemas?
Vivimos entre normas, convencionalismos, esquemas… Algunos de ellos, útiles y necesarios. Otros, quizás nos estén oprimiendo.
Por ejemplo, ¿qué me dices de la manera en la que te ves a ti mismo?
Puede que, debido a las opiniones de otros, te hayas encasquillado en la idea de que eres: el raro, la empollona, la fea, el pesado…
Te identificas con un puñado de rasgos que, aunque sean positivos, no describen la complejidad de tu persona. Y, mucho menos, tienen porqué ser los únicos indicadores de tu progresión en la vida.
Rompe con esas etiquetas.
Tú y yo, con lo bueno y lo malo, somos mucho más y podemos ir más allá de ellas.
Otra cuestión. ¿Qué me dices de la rigidez de las etapas vitales?
A tal edad tienes que haber terminado los estudios. A tal otra, tener trabajo. Si a los 30, estás soltero te quedas para vestir santos.
¿Por qué tenemos que permitir que nos dicten plazos para formar una familia, para tener éxito laboral o para cualquier otra cosa?
Si te enamoras a los 60 años o te da por estudiar en la universidad, atrévete a romper con la norma. No te sientas inadecuado. No todas las personas tienen que seguir exactamente los mismos ritmos, caramba.
Que sí. Que hay personas muy cualificadas que te aconsejan “lo óptimo” en base a su conocimiento y experiencia. Pero, incluso esos esquemas se pueden romper.
Los puedes romper creando tu propia visión.
Quizás decidas dejarte aconsejar o guiar. Sin embargo, eres tú quien diseña su propia vida, quien asume los riesgos y quien carga con las responsabilidades.
Y, si me apuras, la mayor responsabilidad que cada uno de nosotros tiene es ser fiel a sí mismo, a sus principios y a cómo quiere que sea su vida.
A veces nos toca romper esquemas y salirnos del camino que la sociedad nos traza. Pero ese momento incómodo vale la pena a largo plazo, ¿no te lo parece?
Imagen de Candida.Performa