Salir de casa es lo que menos te apetece. Las pocas veces que pisas la calle (si es que lo haces) son un fastidio… o algo peor.
¿Hay alguna manera de poner los pies en la calle sin pasarlo tan mal? Vamos a verlo.
Es prácticamente obligatorio comenzar hablando de lo saludable que es salir a la calle y de lo nocivo que es no hacerlo.
El vídeo que sigue, del canal AsapSCIENCE, hace un resumen excelente del asunto. (Activa los subtítulos si lo precisas.)
¿Qué pasaría si dejaras de salir al exterior?
Más resumido todavía, por si pasas del vídeo. (Aunque está genial. Te recomiendo que lo veas.)
- Si no te expones a la luz solar, te faltaría vitamina D y eso acarrearía consecuencias negativas para tu salud.
- Seguramente padecerías más estrés y otros males asociados.
- Y, si estás sentado la mayor parte del tiempo, acumularías papeletas para una muerte prematura.
Sí, sí… Ya sé que sabes que NO salir es terrible. Pero puede que le venga de nuevas a un ermitaño reciente.
Cubierto el trámite, vamos a distinguir entre dos situaciones:
- No sales de casa porque estás muy a gustito dentro.
- No sales de casa porque fuera lo pasas fatal, fatal.
Vamos con la primera.
1. Como en casa, en ningún sitio
Estás muy cómodo dentro. Fuera hace frío. O mucho calor. Hay bichos que pican. Hay personas que parecen bichos. Te cansas al caminar… Etc.
El único obstáculo que te detiene es ese: tu comodidad. Y lo pongo aparte porque, comparado con los que siguen, este es relativamente fácil de vencer.
Podrías hacerlo, por ejemplo, eligiendo una actividad agradable en el exterior (preferiblemente en un espacio natural) y practicándola cada vez más seguido. Así le retomarías el gusto a la vida en exteriores.

2. Salir fuera es una experiencia muy desagradable
Incómodo, no. Salir de casa es directamente horrible.
Esto lo saben las personas que padecen ansiedad, depresión u otros problemas serios.
Y, en menor escala, también nos suena a quienes somos muy introvertidos. Después de un ratito fuera, el ruido y el movimiento alrededor se traducen en cansancio y en urgencia por encontrar el camino más corto al refugio.
¿Crees que eres el único? Por un motivo u otro, somos miles de personas las que preferimos pasar más tiempo dentro que fuera de casa.
La mayoría, además de lo del principio (que salir es sano), sabemos que la única solución es exponerse.
Necesitamos hacer lo mismo que una persona que no sale de casa por mera comodidad. Pero partiendo desde más atrás y dando pasos más pequeños.
A ver qué te parecen estas ideas para hacer llevadero el proceso.
Ideas para salir de casa… un ratito

Primera parte: Un poquito de bricolaje en la actitud.
1. Deshazte de la etiqueta “raro”. Si acaso, eres tan raro como miles de personas que no están a gusto en la calle.
2. Deshazte de la etiqueta “yo nunca salgo”. No vale la pena aferrarse a una idea que te limita. Además, en cuanto pongas el pie en el escalón 3 días, esa identidad que dabas por fija habrá cambiado.
3. Si te propones salir, que sea por convencimiento propio de que eso es bueno. Hazlo por ti y no porque te sientas obligado.
4. Acepta que te va a costar trabajo, como tantas cosas difíciles por las que has pasado a estas alturas y que han valido la pena.
5. Comprométete con la misión. Tanto si fallas como si no, continúa intentándolo hasta que el malestar sea más manejable.
Y, si necesitas ayuda adicional, pídela a asociaciones o profesionales de la salud que pueden entender tu situación particular y apoyarte.
Claro que, por mucho que te ayuden, eres tú quien va a sacarse de ahí. (Nunca mejor dicho.)
Segunda parte: Sacándote a ti mismo de casa.
1. Comienza por muy poco. Abre la puerta, avanza hasta donde comiences a sentirte mal y regresa.
2. Conviértelo en una rutina. Al día siguiente, repite. Construido tu pequeño hábito de salir un poquito después de comer (por ejemplo) vas subiendo en minutos o en dificultad.
3. Elige horas tranquilas.
4. Elige lugares tranquilos, conocidos y cercanos. Tal vez, ir a la tienda a hacer un recado. O sentarte en el banco de enfrente a leer unos minutos.
5. Busca espacios con agua y/o vegetación, ya que son más terapéuticos que el asfalto.
6. Distrae la tensión con una buena compañía: ¿la de un amigo canino, quizás?
7. Combate la tensión con música. Elige tu favorita para pasear con ella (en sitios seguros).
8. Camina deprisa o sal en bici. Haces ejercicio y es más difícil que te paren para preguntarte cómo vas de lo tuyo.
9. De primeras, NO salgas con quien no estás a gusto.
La última recomendación es muy personal. No la he sacado de libros o artículos, sino de mi experiencia. Así que puede no servir en tu caso.
La razón de no salir con quien no estás cómodo es que, dentro de que la experiencia de salir a la calle es desagradable, necesitas hacerla lo menos desagradable posible para poder repetir… y repetir.
Si estás incómodo por salir y, además, por la compañía, cuando entres en casa tendrás la sensación de haber regresado al paraíso, después de tanta tensión.
Es demasiado contraste. Idealizarás tu refugio y puede que te cueste más repetir con un próximo intento.
Espero que algo de lo anterior te sirva. Al menos, si lees esto porque tengas el problema de que necesitas salir de casa y te cuesta, ya sabes no estás solo. 😉