El amor es de ese tipo de palabras que no tienen una definición única.
Depende de ti interpretarlo como un doloroso quebradero de cabeza, como el motor de todo cuanto haces, como un instante de calor o como una vida de generosidad.
No, el amor no se encierra en una definición rígida. Eres tú quien le da significado y sólo tú quien puede decir si existe o no.
Porque, ¿quién puede asegurar que existe? El amor no se ve. No se toca. No tiene forma. Y, sin embargo, sientes su existencia en el mundo físico.
El amor no es la rosa, pero tú lo percibes ahí.
El amor no son los ojos, pero tú lo intuyes en la transparencia de su mirada.
El amor no son las manos ni tampoco la caricia. El amor es lo que tú sientes cuando tocan tu piel y pareciera que te han abrazado el alma.
El amor no son unas letras o una imagen colorida que aparece tras una pantalla, sino el significado que tú les des a esas cosas.
Yo puedo escribir este mensaje sintiendo que lo hago con amor y tú, tras leerlo, pensar que es una ñoñería o coincidir en algún punto. Depende de ti, de tu receptividad y de tu propia interpretación de lo que es el amor…
Para mí, el amor es algo tan grande que está presente en otros grandes constructos, como: paz, felicidad, esperanza… Y, a su vez, tan accesible que puedo sentirlo cuando me dedican una sonrisa espontánea.
Quiero sentirlo. Me gusta, me llena. El sentido que yo le doy revierte en el sentido que tiene mi vida; en todo lo que hago y en todo lo que quiero hacer.
Qué me puede importar que digan que no exista. Que es irracional. Que es irreal. Que es un mito… Qué me puede importar, si yo siento que existe y ningún otro puede construir o destruir mis sentimientos, sino yo misma.
Y yo he decidido interpretar el amor como una fuerza cálida, que vive a mi alrededor y dentro de mí.
¿Cómo lo sientes tú? ¿Cómo lo vives? ¿Qué es para ti eso que llaman “AMOR”?