¿Qué te mueve? ¿Qué te inspira? Si respondes que te mueve el amor por lo que haces y el amor que sientes por las personas importantes de tu vida y por ti mismo, vas por muy buen camino.
Es más gratificante moverse por amor, que hacerlo por miedo o por obligación.
El amor hace llevadera la disciplina, te ayuda a permanecer enfocado en tu propósito y te llena de fuerza.
Como dice la conocida canción, “Todo lo que necesitas es amor” (o casi). Porque, cuando no sientes amor por lo que haces, cualquier cosa se vuelve más difícil.
Qué pasa cuando te falta el amor
1) Lo buscas en otra parte.
Caso más visible: el perfeccionismo.
Te agotas poniéndote listones altísimos y tratando de alcanzarlos, sólo para ganar la aprobación y la admiración de otros: su “amor”. Ése que a ti te falta.
2) Bajas el nivel.
Caso contrario. No buscas la perfección. Te conformas con llegar al mínimo, ya que no sientes ese impulso que el amor te da para explorar, para conocer, para superar obstáculos.
3) Lo mandas todo a la porra.
Lo dejas, porque estás cansado de satisfacer a otros. O lo dejas porque has ido bajando tanto el listón, que el mínimo ha llegado a cero.
Quizás estés resentido porque el esfuerzo que has hecho no ha sido valorado (por tu jefe, por tu familia, por tus amigos…).
Quizás te culpes a ti mismo o busques alguna excusa que sirva de coartada para el desánimo o el fracaso.
Quizás, en todo ese análisis que haces, llegues a la conclusión de que, si te hubieras movido por amor, la historia habría sido diferente.
Y, para comprobarlo, quizás decidas poner el corazón, todo tu amor, en lo nuevo que emprendas, en tus relaciones y en cualquier aspecto que se te ocurra.
Para descubrir, después de todo, que, cuando las cosas se hacen por amor, no sólo son más llevaderas sino que también dejan más satisfacciones.