¿Sirven las afirmaciones positivas?

Nos vamos a referir a las afirmaciones positivas como a esa serie de «mantras» que te dices a ti mismo para generar confianza o sentirte mejor.

¿Funcionan? ¿Sirven de algo?

Hay afirmaciones sobre diversos asuntos y de estilos distintos; famosas citas o improvisaciones personales.

Ejemplos de afirmaciones positivas

  • ¡Puedo hacerlo!
  • Me siento bien en este momento.
  • Me acepto tal y como soy.
  • Soy fuerte y estoy seguro de mí mismo.
  • Estoy mejorando en mi trabajo cada día.

Repites esos mensajes con toda tu atención, visualizando y deseando con intensidad el buen resultado.

Los defensores de esta técnica dicen que funciona. Tu subconsciente termina creyéndose el mensaje positivo y de ahí va surgiendo la esperada transformación.

pensando

¿Qué transformación? Depende de ti.

Lo mismo tú usas las afirmaciones positivas para relajarte, que para justo lo contrario: motivarte para emprender algo. Sus aplicaciones son variadas y su eficacia, también.

Porque, a veces, no es sólo que las afirmaciones positivas no funcionen, sino que pueden ser contraproducentes.

Cuando las afirmaciones positivas son destructivas

En 2009 salió a la luz un estudio (al que puedes acceder en el enlace) del que se hicieron eco bastantes publicaciones.

Demostraba que las afirmaciones positivas del estilo: «Soy una persona valiosa» («I’m a lovable person», para ser exactos) ayudaban a personas con una autoestima sana, pero dañaban a las personas con muy baja autoestima.

En realidad, si lo pensamos, tiene sentido. La mayoría de nosotros leemos y/o escuchamos con más atención aquello con lo que estamos de acuerdo.

Además, solemos aferrarnos con más convicción a lo que creemos cuando nos encontramos de frente con una idea contraria.

Por lo que decir algo maravilloso de sí mismo cuando se piensa todo lo contrario estaría más bien reforzando la creencia de que uno vale muy poco.

A las personas con una autoestima muy baja les perjudica afirmarse a sí mismos lo contrario de lo que piensan.

Sin embargo, tampoco les hace bien reafirmarse en lo que creen. «Soy un desastre.» «No valgo para nada.» Porque, aunque las afirmaciones (negativas, en este caso) vayan de acuerdo con lo que piensan, a menudo no van de acuerdo con la realidad.

bicicleta oxidada

Quedémonos con lo que sí está probado, entonces:

Para las personas con muy baja autoestima, las afirmaciones positivas no suelen ser tan positivas.

Quien las realiza ha de estar receptivo a ese tipo de pensamientos. De lo contrario, repetirlas no sirve de mucho. Es como darse un baño con agua fresca cuando uno aún sigue vestido con ropa muy sucia. ¿De qué va a servir?

No importa lo que una persona se diga a sí misma, por positivo que sea, si no se quita antes esa «ropa vieja».

La afirmación sin acción tampoco sirve

Otra razón por la que las afirmaciones positivas pueden ser totalmente inútiles es la falta de acción.

Dite a ti mismo que te sientes bien, que puedes escalar esa montaña, que eres valioso o lo que quieras, pero haz algo al respecto por pequeño que sea:

Que al pensamiento le siga la acción.

Entonces, ¿qué? ¿Sirven para algo las afirmaciones positivas?

Las afirmaciones positivas son un recurso más. Uno de tantos.

Hay personas que las consideran una pérdida de tiempo y otras que las usan a diario. Y, sí, les sirven.

Yo, en mis frecuentes diálogos internos, sólo utilizo esta técnica en una situación: cuando tengo que animarme para hacer algo, precisamente.

¿Y sabes para qué me funcionan? Para romper con las excusas.

Mientras estoy repitiendo: «Allá voy. ¡Venga! ¡Vamos!…«, no le doy tiempo a mi cabeza a que piense una razón convincente que me detenga y… ¡hala! Me lanzo. Enseguida le sigue la acción. Es un uso de la técnica como cualquier otro. 😉

¿Tú crees en el potencial de las afirmaciones positivas? ¿Te sirven para algo? Tu respuesta es la más importante.

Imagen de iness