Son muchas las similitudes entre los humanos y las hormigas: Vivimos en sociedades complejas. Tomamos decisiones en conjunto. Trabajamos en grupo. Tenemos nuestra propia jerarquía, que va desde las “reinonas” a las “esclavas”. Etc.
Un entomólogo se explayaría más que yo y con más precisión. Pero no hay cuidado, porque a mí lo que me interesa en estos momentos de las hormigas es su capacidad de avanzar despacio, pero consistentemente.
Cada día, labor de hormiga
Me quedo con que buena parte de lo que hacemos a diario es una labor de hormigas.
Vamos avanzando, recolectando, construyendo cada día un poco. En nuestras relaciones, en nuestro trabajo o nuestro hobby, en lo que sea… Cada día nos levantamos como la hormiga diligente que va a cumplir su misión.
Son menos las ocasiones en las que encontramos fortuitamente una enorme montaña de provisiones. Y, por fortuna, también son menos ésas en las que un suceso inesperado destruye todo el trabajo que hemos realizado durante semanas, meses o años.
En lo que toca a las segundas, a veces nos recuperamos más fácilmente cuando tenemos reservas acumuladas de esos días en los que hemos trabajado con afán. Otras, no.
Pero la hormiguita sigue.
Ya sobrevenga un bien o un mal, no cesa en su avance, en su trabajo diario. Mientras tenga fuerzas, no se preocupa de si está más o menos decepcionada o motivada. Simplemente, vuelve a trabajar.
Adaptándonos a las circunstancias
A nosotros los humanos nos cuesta más, por todo ese rollo de los sentimientos. Y sin embargo, no nos queda de otra que hacer lo mismo que la hormiga, tarde o temprano.
Lo haremos deshaciéndonos de odios, resentimientos, pesares y otros lastres que seguramente no carguen las hormigas.
Ésa es nuestra gran desventaja: Nos costará más. Pero también tenemos una carta a favor: La hormiga que es esclava se resigna a su situación y nosotros no tenemos porqué hacerlo.
Nosotros trabajaremos como la hormiga, despacio y consistentemente, aunque con la intención de mejorar nuestra situación y la de aquéllos que nos acompañan.
Nos superaremos, nos rebelaremos ante la injusticia y lucharemos a la par que cada día construimos algo que vale la pena. Despacio, lentamente como la hormiga, pero mirando hacia arriba.
Comentarios
2 respuestas a «Una vida de hormiga»
Es una comparación perfecta para la cultura japonesa, que de un pais tan pobre,( sin recursos, sin tierra ) despúes de una guerra, descubrio que su riqueza esta en su gente.
Eh! Gracias por la observación, Camila. 😀 Muy buena.
A mí se me ocurrió escribir sobre el tema inspirada por las hormigas de mi patio. Es sorprendente la de provisiones que puede juntar tan sólo una de ellas, poquito a poco. Se me hizo motivador y todo. 😉