Si esperas leer palabras como las del siguiente párrafo, puedes darte la vuelta. No hay nada de esto:
Tu mal humor crece por instantes, porque te acorralan los problemas y te sientes poca cosa para manejarlos. ¿Solución? Vístete con una sonrisa a prueba de balas y repite conmigo: “Soy feliz. Estoy bien.”
Por una parte es humano sentirse triste, abatido o cabreado en un día cualquiera. No tiene nada de malo. Cuando te sientes mal, tragártelo y fingir que estás de cine no es lo más recomendable.
Por otra parte, tiene poca utilidad que repitas afirmaciones positivas como: Puedo con esto. Soy fuerte, bello, maravilloso, feliz… Y otras del estilo, cuando por dentro estás convencido de lo contrario.
Y, para rematar, si le das la espalda al problema o a lo que sea que te preocupa, haciendo como que no existe, te estás alejando de la realidad, cosa que tampoco es muy efectiva.
Herramientas alternativas…
Las ideas que siguen son herramientas para trabajar con la realidad. Y, si la realidad está complicada, te vendrá bien tenerlas a mano.
Con ellas tu actitud positiva puede emerger, sin que te fuerces a creer que vives en un mundo ideal. Son para usarlas un poquito cada día.
1. Curiosidad
O la decisión de explorar lo que te rodea con la intención de entenderlo mejor.
Los miedos, problemas (o todas esas cosas oscuras) pierden fuelle cuando te sales de una única forma de verlos y aprendes más sobre ellos.
2. Creatividad
Usa tu imaginación. Si la tienes para imaginar desenlaces fatales, también la tienes para buscar soluciones, mejoras, oportunidades o lo que haga falta.
A diario usas esta cualidad resolviendo cuestiones del día a día. Así que está a tu disposición para usarla en cualquier terreno.
3. Valor
Éste también puede entrenarse con pequeños gestos cotidianos. Por ejemplo, atreviéndote a iniciar una conversación, a decir “NO” o a hacer algo que no se te dé bien en público.
¿Para qué? Para tener pruebas (que van directas a parar a tu autoestima) de que sí te atreves a correr riesgos y puedes salir ileso de lo que te asusta. Una persona valiente suele ser más positiva, ¿verdad?
4. Conexión
Con personas que muestren una actitud positiva, claro está. Comparte tiempo con ese tipo de gente de quien quieres que “se te pegue” la actitud de la que tú quieres “contagiarte”. Porque, sí, se pega.
5. Determinación
La determinación de actuar en lo que sea importante para ti. La acción es la que cambia el panorama.
En lugar de hacer a un lado el problema, el miedo o lo que sea que te genere malestar, haz a un lado el discurso del “no puedo con esto” o similares. Haz lo que puedas con lo que tengas a mano, aunque no sea tan perfecto como te gustaría.
Trabaja con estas herramientas y, con el tiempo, te harás hábil saliendo de los bucles negativos. Puede que incluso lo hagas sonriendo, sin haber tenido que atornillarte el gesto a la fuerza.