Trazas una meta personal y la línea de llegada se pierde más allá del horizonte. Das tus primeros pasos y piensas en la enorme distancia que te falta por recorrer. Eso puede desmotivarte.
- Quieres ahorrar un número de cinco cifras y en tu reserva sólo hay un par de billetitos.
- Quieres perder veinte kilos y la báscula te dice que esta semana bajaste unos gramos.
- (Cualquier otro ejemplo del estilo que se te ocurra.)
El camino es laaaaargo y tú estás apenas despegando los pies de la línea de salida. Parece que te tomará toda una vida de esfuerzo llegar a tu objetivo. Y, claro, eso te desanima bastante. A quién no.
Míralo de otro modo
Desmotiva pensar que estás en un lugar que NO quieres, con lo que deseas muy lejos de tus manos. Y eso hace que sea más duro ponerte manos a la obra cuando llega el momento de realizar la pequeña acción cotidiana que te va acercar a tu objetivo.
Pero, ¿por qué vas a pensar que aún no tienes lo que quieres en tus manos? Observa el momento en el que estás a punto de actuar…
Hoy vas a comer bien y a hacer ejercicio. ¿Perderás peso o conseguirás una estupenda forma física por hacer hoy esas dos cosas?
No. Lo conseguirás cuando hagas eso casi todos los días. Y hoy, otra vez, tienes la oportunidad de fortalecer esos buenos hábitos.
Piensa en cualquier objetivo que veas lejano o en uno que te amedrente. En lugar de fijarte en la larga línea de días que vas a recorrer, quédate sólo con el día de hoy.
Cambiar de vida es difícil. Es largo. Implica muchísimo trabajo. Cambiar lo que vas a hacer en la próxima hora es más manejable, ¿o no?
Pues, pasa a la acción, porque hoy tienes la oportunidad en las manos. Y, si no es suficiente eso para motivarte, pasa a la acción para ponértelo más fácil mañana (que es otro día en la cadena).
Permanece en el camino. Cada pequeño paso es importante.