El agotamiento emocional es una respuesta al estrés, un mecanismo de defensa extremo que nuestra mente pone en marcha cuando no puede asimilar las situaciones que está viviendo.
Un contexto de estrés laboral, personal o emocional es suficiente para desencadenar una respuesta de agotamiento emocional.
Este comparte algunos puntos con un trastorno depresivo, como los sentimientos de falta de motivación, apatía, tristeza, desánimo, baja autoestima y profunda desvalorización, pero se diferencia en que sus síntomas son evidentes a nivel físico.
El agotamiento emocional se traduce en un profundo cansancio que actúa como freno para la acción.
Esta es una forma que tiene nuestro cuerpo y nuestra mente de hacernos parar. Cuando conscientemente no somos capaces de tomar una decisión porque la duda o el miedo nos paralizan y la situación es ya insostenible, nuestro inconsciente toma las riendas.
Dentro de nosotros reside un fuerte instinto de autoprotección que se pone en marcha para protegernos de lo que nos daña.
Así, ante una situación que ya no podemos tolerar y que no somos capaces de afrontar para solucionarla, nuestro cuerpo y nuestra mente más profunda se alían para obligarnos a decidir.
Nos ponen en una tesitura en la que tendremos que decantarnos por nuestro bienestar y supervivencia.
Es entonces cuando se hace presente el agotamiento emocional, a modo de freno que nos obliga a parar, a pensar, a replantearnos nuestro presente y a decidir nuestro futuro.
Es importante comprender este punto, ya que una cura de descanso no es suficiente para terminar con el agotamiento emocional. Puede constituir un alivio momentáneo, pero no la solución definitiva.
Soluciones al agotamiento
Para combatir el agotamiento emocional es necesario encontrar las causas que nos han llevado a tal situación.
Un trabajo que no nos gusta, unas relaciones personales en las que no nos sentimos libres para comportarnos tal como somos o una gran cantidad de tensión acumulada a lo largo del tiempo pueden ser los detonantes de la situación en la que nos encontramos.
Localizar la causa y ponerle remedio es el único modo de superar un episodio de agotamiento emocional. Lo demás serán meros parches que, en todo caso, retrasarán la aparición de nuevos episodios.
Si el agotamiento emocional es muy agudo, una buena idea es acudir a un profesional.
Un psicólogo puede ayudarte a manejar todas esas emociones que te han dejado fuera de combate. Trabajarlas y hablarlas ayuda a ponerlas en el lugar que les corresponde y te permite pensar con claridad y lucidez para que puedas decidir lo que de verdad quieres hacer con tu vida.
Si estás comenzando a notar los síntomas de agotamiento emocional, no permitas que vayan a más. Tómate un descanso y pregúntate si estás donde quieres estar y si haces lo que de verdad quieres hacer.
Si tu trabajo o tus relaciones no te satisfacen, es momento de cambiar. Los cambios asustan pero, si lo piensas, es mucho más terrible auto condenarse a la infelicidad de manera consciente que luchar por algo mejor.
Todas las personas merecemos ser felices. El agotamiento emocional es una luz roja en nuestras vidas que nos indica que no vamos por el camino correcto, un semáforo que nos obliga a frenar en seco y que nos permite modificar el rumbo para llegar donde deseamos.
Más allá de una dura experiencia, puede convertirse en el impulso que necesitamos para decidirnos a hacer realidad nuestros sueños.
Comentarios
Una respuesta a «Cómo combatir el agotamiento emocional»