¡Venga! Vamos a ahorrar tiempo en la limpieza.
Si esta es una de tus tareas recurrentes, a ver qué se nos ocurre para despacharla pronto y bien.
Trabajar, convivir o descansar en un entorno limpio es más agradable que hacerlo en un espacio mugriento y cochambroso.
Partimos de esta premisa a la hora de recopilar ideas para vivir en un lugar más o menos pulcro sin destinar a la limpieza más tiempo que a estudiar un máster.
Eso es; que nos cunda el tiempo que dedicamos a quitar chismes de en medio y a pasar la bayeta o la fregona. Veamos una docena de pequeñas propuestas…
1.- Mantener el espacio lo más limpio posible
De cajón. Recoger lo que se ha caído, colocar en su sitio habitual el armatoste que acabamos de utilizar o medidas similares. Adoptar pequeñas costumbres “de mantenimiento“ ahorra tiempo cuando nos pongamos a limpiar esa zona en concreto.
Por cierto, animar a quienes conviven con nosotros para que sigan también esta línea no estaría de más. Aunque hay que tener suerte con esto.
Conozco yo a uno al que pedirle que mantenga limpio un sitio es prácticamente incentivarlo para que lo ensucie antes.
2.- Planificar el tiempo de limpieza
Dependiendo de nuestras obligaciones, por supuesto. La idea es dedicarle a la limpieza una franja de tiempo en lugar de empezar a limpiar y terminar a la hora que sea.
3.- Aprovechar los espacios entre tarea y tarea
Esto se hace muchísimo en casa cuando se han de atender responsabilidades familiares y laborales a la vez.
Dedicar a la limpieza una mañana o una tarde es algo impensable y no queda más remedio que intercalar micro-tareas de limpieza en medio de otras tareas largas o esenciales.
Por ejemplo: Poner la lavadora en un descanso. Fregar lo que se pueda en la cocina después de comer y justo antes de empezar a trabajar.
4.- Utilizar incluso las pequeñas fracciones de tiempo
Por ejemplo: Barrer mientras se calienta la leche. Es decir, dar este uso a algunos pequeños tiempos de espera.
5.- Trabajar a ritmo aceptable
Olvidemos la parsimonia y démosle a la escoba con alegría y diligencia; poniendo atención e intentando que la limpieza no ocupe más tiempo del necesario.
6.- Olvidarse del perfeccionismo
¿Perfeccionismo a la hora de limpiar? No, gracias.
Si queda regular, otra vez quedará mejor. Buscaremos un resultado satisfactorio con arreglo al tiempo y al esfuerzo que hemos podido emplear.
7.- Limpiar lo que esté sucio
Limpiar sobre limpio, sólo porque es “la hora de limpiar” es privarse de la oportunidad de hacer otras cosas en ese rato.
8.- Ayudarse de los instrumentos apropiados
Aspiradoras potentes, robots haciendo patrulla de limpieza, bayetas succionadoras del polvo, etc.
Suena un poco en broma, pero no: ya se trate de un adelanto tecnológico o de un modesto ingenio casero, se pueden aprovechar los aparatos o artilugios que nos ayudan a terminar de limpiar antes y mejor.
9.- Tener orden en los útiles de limpieza
Es decir, todo lo que se necesita en un mismo lugar y listo para utilizarse.
En los lugares más grandes es donde se aprecia la cantidad de tiempo que se ahorra con esta costumbre.
10.- Implicar a los demás
La limpieza es una responsabilidad a compartir entre todas las personas que habitan un área, a menos que se esté contratado para cumplir con la obligación de limpiarla en exclusiva.
11.- Limpiar con música animada
Cunde más o, si no, es más ameno.
12.- Empezar por lo menos agradable
Una vez que se ha quitado de en medio lo más engorroso del momento-limpieza, el resto es más llevadero.
A no ser que haya alguien que lo haga en nuestro lugar, limpiar es necesario y es mejor tomárselo de la mejor manera posible. Y, por qué no, disfrutarlo, sobre todo al final del trabajo.
¿Y tú? ¿Compartirías con nosotros tus secretos para limpiar pronto y bien?