Anticipar la alegría: ¿Cuáles divisas en el horizonte?

¿Hay algún acontecimiento feliz que va a tener lugar en estos días u hoy mismo?

¿Te alegras por anticipado o eres de los que no se atreven, por si al final sale rana?

La primera actitud es más rentable. Primero, porque la felicidad se extiende. No sólo la sientes el día del hecho venturoso, sino también los días de antes. Y segundo, porque te preparas para vivirlo como un suceso agradable.

Llegas dispuesto y convencido de que lo vas a pasar bien. Y prestas más atención a las cosas que suceden.

¿Anticipas las alegrías?

Yo soy de las personas que, por lo general, prefieren no anticiparse. Si uno vive con la cabeza puesta en lo que viene por el horizonte (ya sean alegrías o pesares) se pierde lo que está pasando el día de hoy, que es lo “real”.

Aunque también pienso que uno ha de aprender a usar estos mecanismos a su conveniencia.

Hay veces en las que no puedes evitar preocuparte (o angustiarte) por un problema inexorable que se deja venir. Te sale solito. En cambio, te da reparo alegrarte antes de tiempo, por si no se concreta el suceso feliz.

Lo mismo de apropiada es una anticipación que la otra, ¿no crees? El problema también podría desintegrarse de la manera menos pensada.

mirando al futuro

¡Alegría a la vista!

Desde que te levantas, la marabunta de situaciones que resolver tras bajarte de la cama quiere robarse toda tu atención.

Anticipas que vas a pasar frío cuando salgas a la calle. Anticipas el estrés, porque hay personas impacientes que quieren lo suyo… ¡Ya! Anticipas el cansancio… Con lo que te sientes cansado, estresado y congelado antes del desayuno.

Ya puestos a anticipar, digo yo, sería preferible anticipar lo agradable: una fiesta, una paga extra, una visita, el café de la tarde… o qué sé yo. Por lo que hemos dicho: para estirar la alegría y para poner tus cinco sentidos en ella cuando llegue.

La felicidad de un día cualquiera

El día de hoy será variado, suponiendo que no haya un evento destacado que lo vuelque hacia la dicha o la tragedia.

Tal vez haya momentos incómodos, pesados o tristes. Que éstos no hagan que se nos pase la parte alegre del día. Intentémoslo.

A ti, ¿qué pequeños sucesos te alegran? Algunos pueden darse sin que tengas que intervenir.

Por ejemplo, notar un agradable aire en la cara mientras caminas; entrar a un local y que esté sonando una canción que te gusta; encontrar un objeto que diste por perdido, etc.

humilde margarita

Hay alegrías fortuitas que te están esperando. Y surgirán otras tantas en las que tú sí has tenido o tendrás que ver.

Por ejemplo, celebrar que hoy avanzaste en una tarea, recibir la sonrisa de una persona que te quiere, contemplar el atardecer mientras te tomas despacio tu bebida favorita, etc.

Hoy tienes (o tenemos) la posibilidad de vivir unas cuantas alegrías. Grandes o pequeñas, ahí van a estar. Descubre o fabrica las tuyas. Saboréalas a gusto. Compártelas, si quieres.

Afina tu capacidad para detectarlas, para anticiparlas, para construirlas, para ser feliz. No sólo vives para resolver situaciones o aceptar reveses. También puedes disfrutar bastante en esta aventura.

Repartamos lo bueno, amigo, que bastante protagonismo se llevan los malos ratos. ¿Te parece?


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