Coloquémonos en un momento de tempestad emocional:
- Estás tan enfadado, que la película que más te apetece ver ahora es una de venganzas y masacres varias.
- Estás tan indignado, que buscas una conversación con alguien dispuesto a sumarse a esa indignación.
- Tu corazón está desgarrado por un rechazo y te pide canciones igualmente desgarradoras, que describan lo mal que te sientes.
- La tristeza y la desesperanza te embargan. Lo que te apetece leer en este momento es una historia que se parezca a la tuya.
En ese momento, eliges alimentar tus emociones con alimentos que vayan en consonancia con ellas, como todos hacemos de vez en cuando. ¿Qué consigues con eso?
Por una parte, compañía. Ves tu dolor o tu rabia reflejados en otros seres humanos que comparten tu dolor. Por otra, puedes vomitar el malestar, sacar fuera lo que te ha sentado mal.
No se puede decir, por tanto, que la idea sea mala. Lo sería si insistes en seguir amplificando el malestar una vez que te has desahogado.
Del desahogo a la remontada
Una vez que has compartido tu dolor, que lo has purgado con historias, músicas o conversaciones que estaban a tono con lo que sentías; una vez que la tempestad ha amainado, ¿cuáles son tus planes?
(1) Puedes dejarte llevar por los restos de la tormenta emocional y buscar alimentos parecidos: historias de infortunio, canciones lastimeras y demás.
Con esos alimentos escarbarías en el malestar del que apenas te estás reponiendo para revivirlo de nuevo.
(2) Aunque tienes otra opción: elegir alimentos que nutran emociones distintas.
¿Por ejemplo? Historias de superación, frases motivadoras, conversaciones enfocadas en soluciones, canciones que sean himnos a la fortaleza (como la del Dúo Dinámico, Resistiré, una de mis preferidas).
No suele ser grave que un día te pongas de comida chatarra hasta las cejas. Si lo haces continuamente, entonces sí, tendrás problemas de salud.
Tampoco es grave que pases por un bache emocional y te des un atracón de desesperanza. Lo malo es que, día sí y día también, repitas los mismos alimentos.
¿Qué es lo mejor de todo esto? Que tú eres quien elige, tanto la comida del cuerpo como la emocional. Y esas elecciones las haces cada día.
¿Cómo vas a alimentar hoy tus emociones?