Esta entrada habla de cómo vengarse. En concreto:
- de cómo ejecutar una venganza,
- de porqué cierto tipo de venganzas no suelen ser rentables
- y de cómo hacer que el ajuste de cuentas te sea favorable.
Si estás buscando ideas para destrozarle la vida a alguien, no las vas a encontrar. La propuesta está enfocada en construir, no en destruir.
Sabiendo esto, aquí tienes el contenido. Hay dos partes.
- La primera, básica, por si andas justo de tiempo.
- La segunda, desarrolla ciertas contraindicaciones de la venganza y apunta hacia tipos de venganza constructivos, por si te interesa vengarte ganando algo con ello.
Parte I: Cómo se ejecuta una venganza y qué contraindicaciones tiene
1. Cómo ejecutar la venganza
1. Aguarda el momento propicio: La venganza nunca olvida. La venganza no caduca. Si tu enemigo piensa que le has perdonado la vida, mejor. Así le caerá de sorpresa.
Mientras, tú permanecerás firme y al acecho, aguardando el momento preciso para llevar a cabo tu plan, cualquiera que sea.
2. Que nadie lo espere: Sé educado y cortés con tu enemigo. Que se confíe. Tampoco muestres en público tus planes. Por una parte, le dolerá más a tu enemigo y, por otra, nadie podrá incriminarte si no das muestras de tu odio.
3. El golpe: duro y rápido: No titubees. Ejecuta tu calculado plan con contundencia. Directo al punto clave, para que no se te escape.
Aunque, si ves que no tiene posibilidad de huida, la venganza lenta es mucho más dolorosa. Toma nota.
4. Sin dolor no hay venganza: Sin piedad. Cuanto más sufra ese desgraciado, mejor te sentirás. Sé implacable.
5. Vuelve al paso 1 con la siguiente víctima: Así perfeccionas este glorioso arte. 😕
2. Contraindicaciones de la venganza
1. La pérdida de tiempo: La vida no es tan larga como para que centres tu atención en herir a alguien, en lugar de ocuparte de tu propia vida.
2. La pérdida de energía: Bien canalizado, ese talento para planificar la venganza produciría resultados más edificantes. Podrías construir con él algo valioso para ti.
3. Fracaso en las relaciones: En lugar de fortalecer el nexo de amor con los que quieres, fortaleces el nexo de odio con los que detestas. ¿Tiene sentido?
4. El círculo vicioso: Ya sea por continuar el ciclo de la venganza o porque otros se tomen la revancha.
5. Su baja compensación: Tanto esfuerzo; tanto tiempo elucubrando el plan de la venganza, para que el golpe dure tan poco y no sirva para hacerte olvidar el dolor por el que quisiste vengarte…
¿Qué? ¿Te convence?
Tus Buenos Momentos no es partidario de ese tipo de venganza. Sí lo es de una: ser feliz, dejando atrás el dolor, el odio y la amargura lo antes posible, y viviendo en compañía de las personas que queremos.
¿Las otras? ¿Esas personas que hicieron daño? Bastante protagonismo tuvieron ya, como para que se lleven más tiempo valioso de vida.
Que nos vean sonreír desde el horizonte. A mí me parece que esa es la mejor venganza. Lo demás, a tu criterio queda.
Y ahora, por si te apetece seguir leyendo, viene el desarrollo de lo anterior.
Parte II: Cómo vengarse de alguien y salir ganando
La sangre te arde por dentro. Estás furioso, indignado y la sed de venganza contra quien te hizo daño crece por momentos.
Partamos de ahí. Supongamos también que decides vengarte para obtener una compensación.
¿Es posible? Sí. ¿Es saludable? Puede serlo. ¿Te conviene? De eso es de lo que vamos a hablar ahora.
1. Cuando la mejor venganza es invertir en ti
En la primera parte, dijimos que la mejor venganza puede ser esa en la que canalices la energía de tu ira en ser feliz.
En muchas situaciones, así es. Sales ganando.
El esfuerzo que podrías haber invertido en destruir a otro, lo inviertes en construir para ti. Y, de manera indirecta, le estás dando un guantazo (simbólico) en las narices a quien te ofendió.
Un ejemplo: Tu jefe te tiene esclavizado. Estás hasta las narices y quieres vengarte de sus abusos. ¿Con qué opción te parece que ganas más?
- Quemarle el coche o destruir cualquier otra cosa que él valore.
- Estudiar en tus escasas horas libres. Buscar otras opciones profesionales. Y, cuando tengas la oportunidad en la mano, despedirte con una sonrisa de satisfacción mientras contemplas su cara de sorpresa.
Otro ejemplo: Tu ligue te deja y se va con otro/a. Vaya puñalada para tu autoestima. ¿Qué puedes hacer?
- Buscarte a uno mejor para restregarle en la cara lo que ha perdido. (Opción clásica.)
- Volver a atraerle, para darle la patada cuando menos se lo espere. (Otra opción clásica.)
- Enfocarte en ti; en llenar tu vida de lo que te gusta, para tener mucho que compartir con una persona que sí lo sepa apreciar.
¿Con qué opción ganas más?
Parece que las primeras opciones saben más a venganza que la tercera. Eso hay que pensarlo.
Si te vas con alguien mejor, ¿cómo sabes tú si el ex-ligue se sentirá mal cuando te vea salir con otro? ¿Tu ex-ligue va a darse cuenta de que lo dejas por uno “mejor”? ¿Mejor… en qué? ¿Estás seguro de que pagará por haberte dejado?
Vas a tener que esforzarte de lo lindo, tanto si decides buscar a uno mejor, como si quieres re-conquistar al ligue. Eso, sin saber lo que vas a ganar con ello, porque tú no controlas lo que siente el susodicho ligue.
Invertir en ti también requiere esfuerzo. Pero, en este caso, te reporta la ganancia segura de dejar atrás antes ese episodio doloroso y tu vínculo con el ligue. Amén de las ganancias probables por lo que construyas a partir de entonces.
2. El precio de la venganza es caro
La historia comienza cuando el agresor [llamemos así a quien hace el daño] entra en tu vida y hace el destrozo. Ahí está la primera pérdida. Pero después vienen más.
1. La pre-venganza
La ira, esa tempestad emocional, te cobra una tasa en tu salud. Mira esas fantasías que se desatan en tu cabeza. Esas en las que te ves a ti mismo aplastando al agresor y viendo cómo te suplica perdón o clemencia.
¿Quién paga ese malestar y el dolor crecientes? ¿Qué me dices del tiempo que se te va girando sobre lo mismo? El agresor, no. Lo pagas tú. Y, aunque te veas en tu imaginación venciendo sobre el agresor, no has ganado nada.
Por supuesto, necesitas dejar salir la ira. Es más nocivo dejar que se acumule dentro. Pero hay otras maneras de hacerlo.
- Puedes aceptarla, dándote permiso para sentir lo que sientes.
- Enfundarte las zapatillas y procurarte algo de calma mientras correteas por las calles.
- Darte un tiempo para que se asienten las emociones y poder pensar con claridad.
Poco vas a calmarte, si insistes en atizar tu furia y el malestar. De nada te servirán las horas que pases insultando en tu cabeza al agresor. Ni las que pases buscando mil maneras de destrozarlo.
Tú eres quien paga eso. No él/ella.
2. La ejecución de la venganza
No, no te lo piensas. Actúas en caliente rajándole las ruedas del coche. O posteando en Facebook alguna foto suya que le comprometa. O quemándole la casa.
Esto lo pagas convirtiéndote tú en el tipo de persona que detestas. Tú eres el agresor ahora. ¿Y qué estás ganando? ¿Satisfacción? (Tú verás.)
3. La post-venganza
La venganza tiene sus consecuencias. Habrás de aceptarlas y hacerte responsable de tus acciones.
Si actúas en caliente, aumentan las probabilidades de que la factura a pagar te salga muy alta.
3. La venganza se sirve en frío
La venganza es cara. Y, en el ajuste de cuentas, tú llevas muchas papeletas para salir perdiendo… A menos que actúes en frío, pensando en lo que haces.
Si aún estás muy enfadado, aplácate por tu bien. Y, si no te sale, busca la ayuda de un profesional que te ayude a manejar la tempestad emocional. Una vez que tengas tu ira bajo control, estarás en posición de vengarte.
Hay muchas maneras de hacerlo. Unas hablan mejor de ti que otras. Quizás decidas, fríamente, herir a otros para cobrarte el dolor que pasaste.
Aquí no defendemos la opción de destruir, sino la de construir. Porque la venganza puede ser saludable y constructiva, si tú haces que así sea.
4. Ejemplos de venganza constructiva
Veamos dos. Del primero ya hemos hablado más arriba: Cuando inviertes en ti.
Estás en una mala posición por el daño que te hizo (o que te está haciendo) esa persona. El dolor, la ira y la indignación las plasmas en una estrategia para hacerte libre y más poderoso que antes.
El segundo: Cuando contribuyes con el bienestar de la sociedad.
Es el caso del delincuente que no solo te hizo daño a ti, sino que va dejando un rastro de víctimas.
En tal situación, puedes usar tu creatividad y unirla (si así lo decides) a la de los demás afectados, para pararle los pies a este tipo y a otros como él/ella. (Siempre dentro de la legalidad.)
No solo pararle los pies. También puedes aportar tu experiencia, educar a la gente, para que sepan afrontar o defenderse de lo que a ti te ocurrió. Ganarías tú y ganaría la gente.
Eso te da una ganancia duradera. Una satisfacción más larga que la que te brinda el desahogo loco de la ira. ¿O no? Es cuestión de que lo medites por tu cuenta.
5. Resumiendo
- No siempre tienes porqué vengarte en la persona del agresor. Puedes vengarte invirtiendo en ti, creciendo.
- La venganza se paga. Te conviene hacer cuentas antes de vengarte.
- Si decides vengarte, hazlo en frío.
- Y, de preferencia, enfócate en construir (para ti y/o para los demás), que es más saludable.
Espero que estas ideas te sirvan. En serio, si la situación te desborda, antes de plantearte una barbaridad que te pueda costar cara, acude a un profesional de la salud. Para eso están.
Eso es todo. Muchísimas gracias por haber leído hasta aquí. Ojalá que algunas de estas ideas te ayuden a plantearte una venganza donde, verdaderamente, salgas ganando.
Imagen de Vermin Inc