La obligación te llama y tú no tienes ni pizquita de ganas de acudir. Tu cerebro a saber qué planes tiene. Lo seguro es que no guardan relación con el trabajo.
¿Qué puedes hacer?
Aquí tienes 6 técnicas que funcionan en esta situación desesperada.
1) Contágiate de buena energía
Si te quedas al lado de alguien que se apoltrona en su silla y resopla maldiciendo su suerte, tú acabarás cantando lo mismo: “¡Oh, trabajar! Qué castigo nos manda el Señor…”
La gente que desprende entusiasmo y ganas de trabajar te contagia de su actitud. Rodéate de esas personas y compruébalo.
2) Cuida esa postura
¿Hombros caídos? ¿Espalda arqueada? ¿Cabeza deseando apontocarse en cualquier parte? ¿A quién le dan ganas de trabajar así?
Tómate cinco minutos para levantarte, para oxigenarte mientras adoptas una pose “poderosa”, como la de un guerrero a punto de ganar la batalla final.
Levanta la cabeza. Saca pecho, ¡caramba!
3) ¿Y qué haces con la mente?
Con la “mente alicaída”, lo mismo. Si hace falta, refréscala con un chute de frases motivadoras para la acción, viendo un vídeo que haga el mismo efecto o cantando tu himno personal. Reanímala.
4) Convierte el trabajo en un juego
Tú puedes convertir una tarea mortalmente aburrida en algo más ameno. Intenta batir tu propio récord. O, quizás, planea una autorrecompensa para cuando termines.
Emociónate con esto. Cada minuto que pasa estás más cerca de irte al cine (si es lo que has elegido).
¡Hey! Un consejo personal: No te premies con pastelitos u otras golosinas. Intenta que tu premio no tenga que ver con la comida.
5) Asústate
Si el refuerzo positivo no funciona, ahí está la motivación del miedo, efectiva como ella sola.
Imagina el cataclismo que se te viene encima si dejas de cumplir con tus obligaciones: Te echarán de casa, del trabajo y hasta del país. Tu familia renegará de ti. Mercenarios a sueldo te perseguirán hasta acabar contigo.
Ya. Se me ha ido la mano con la exageración. Puestos a asustarnos…
Tú mira las consecuencias negativas de tu inacción y déjate horrorizar. No es la motivación más deseable, pero terminarás cumpliendo con el deber sólo por evitar el castigo.
6) Hazlo porque… ¡eres así!
Cumplir con tu cometido para que la gente se dé cuenta de lo listo o lo fabuloso que eres… no es lo ideal.
Funciona mejor que realmente pienses que eres constante, listo, rápido, responsable o fabuloso… Y por eso haces lo que haces.
Todas esas técnicas son efectivas (por más que yo las haya explicado como me ha salido del gorro). Seguro que has probado más de una. ¿A que sí? 😉
Lo he pasado muy bien comentándolas y espero que tú leyéndolas.
Quién las recopiló fue Yumi Sakugawa en WonderHowTo, acompañándolas de una ilustración muy simpática que puedes ver en el enlace.