Todos tenemos nuestras limitaciones. No son tantas, pero ahí están. ¿Cuál es tu relación con ellas?
Hay cosas que puedes controlar y otras que escapan a tu control. Hay cosas que puedes cambiar y otras que no; has de aprender a vivir con ellas. Pero eso es muy positivo.
Porque, aceptando lo que no puedes hacer, tienes más tiempo y energía para dedicarle a lo que sí puedes hacer. Y, cuando aceptas lo que no puedes cambiar, más atención les brindas a las áreas donde sí puedes hacer la diferencia.
Acepta tus limitaciones
Podrías malgastar tiempo y energías quejándote del tráfico, de lo caraduras que son algunos, del frío/calor que hace y de todos los inconvenientes y problemas que encuentres hoy. O podrías aceptar el panorama como es y buscar la manera de estar mejor en esas situaciones.
Podrías hacer a un lado tu objetivo, con la excusa de que es muy difícil y ya has cometido errores de bulto. O podrías asumir que sí, que es duro, y probar otras opciones para continuar.
Es estupendo ser consciente de lo que puedes hacer. Aunque casi mejor es conocer y aceptar lo que no puedes hacer, cambiar o controlar.
Es eso lo que te brinda la ocasión de concentrar tus fuerzas en lo que sí tienes margen de acción. Y ese margen es muy, muy amplio. Más de lo que parece.
Imagen de Daniel Wetzel