Tú decides si lo necesitas o no

  • Necesitas unas vacaciones, ¡ya!
  • Necesitas adelgazar.
  • Desde luego, necesitas madrugar.
  • Necesitas un corte moderno de pelo.
  • Necesitas cambiar de móvil, porque el tuyo es de la prehistoria tecnológica.
  • ¡Ah, sí! Necesitas suscribirte a tal boletín, para que no se te pase ninguna oferta.

Vaya bombardeo de necesidades… (Y eso que he hecho la lista cortísima.)

Ahora vienen las preguntas: ¿De veras necesitas lo que ves que otros tienen o hacen? ¿Necesitas lo que otros te dicen que necesitas?

Tú veras.

Cuantas más necesidades, más trabajo para satisfacerlas.

Por eso necesitas (mira tú qué contradicción) ponerle coto a esas necesidades; quedarte con las que de veras van contigo, con tus valores y prioridades.

Está claro que la mayoría compartimos necesidades básicas, en lo material o en lo emocional. Pero hay una parcela de necesidades propias de cada individuo.

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Yo necesito madrugar, porque me funciona y lo disfruto. Quizás tú no lo necesites, porque tienes otra manera de organizarte. Así, aunque yo te diga lo maravilloso que es levantarse temprano y te invite a hacerlo, ¿para qué vas a hacerlo si no lo necesitas?

Puedes ver que la gente que tienes alrededor hace tal o cual cosa para satisfacer sus necesidades. Y no todas esas necesidades coinciden con las tuyas.

Desde todas partes te animan (nos animan) a vivir de determinada manera o a comprar productos porque, supuestamente, los necesitamos. Y no siempre es así.

A veces resulta que sí, que es justo lo que estabas buscando. Pero no todo lo que ves o te dicen que necesitas se corresponde con tus verdaderas necesidades, por convincente que resulte el vendedor.

Quizás sea bonito o apetecible y te guste tenerlo. (A quién le amarga un dulce.) Y tú reaccionas al deseo, sin reflexionar sobre porqué quieres “eso”; sin preguntarte a qué otra cosa has de renunciar para que “eso” entre en tu vida.

Piénsalo. Elige tus necesidades TÚ, en base a lo que consideres que es importante. Y quítate “necesidades” que no son tales. A lo más, añaden estrés, trabajo y menos tiempo para dedicarles a tus verdaderas necesidades.

Ésa es la propuesta: Frenemos el impulso y elijamos con cabeza. ¿Lo probamos?

Imagen de Orin Zebest


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