La decisión de permanecer en calma

No eres de piedra. Te levantas razonablemente tranquilo y te encuentras con personas que dicen o hacen cualquier cosa que dinamita tu tranquilidad. No es su intención, se supone. Simplemente, pasa.

O no son ellos, sino los problemas y estropicios variados que surgen, sin más, y tornan correoso el día.

Ciertas circunstancias exteriores nos afectan a muchos de nosotros. Nos roban la tranquilidad con la que despertamos. ¿Qué podemos hacer al respecto?

  • ¿Cómo evitamos que nos afecten los comentarios negativos de un compañero?
  • ¿Cómo permanecemos tranquilos cuando se rompe el congelador con un montón de comida dentro?
  • ¿Cómo mantenemos la calma cuando nos quebramos la cabeza haciendo un plan y las circunstancias nos lo echan abajo?

bienestar-emocional

Quizás no nos damos cuenta de que esto es una trampa: ¿Cuándo se supone que vamos a estar tranquilos y felices? ¿Cuando TODO vaya bien y TODAS las personas con las que nos relacionamos se levanten con el pie derecho?

Partamos de dos realidades que a la mayoría nos constan:

  1. Mientras sigamos vivos, todos los días habrá situaciones que resolver.
  2. Si nos relacionamos con otras personas, en algún momento dirán o harán algo que no nos gusta. (Lo mismo que tú y que yo.)

Es rarísimo encontrarse un día en el que todo vaya “perfecto”. Por tanto, suena triste y frustrante que únicamente nos permitamos estar en calma en esas contadas ocasiones.

No todo lo que ocurra hoy nos va a gustar. No todo lo podremos controlar. Pero sí podemos decidir cómo vamos a tomarnos lo que suceda: la impertinencia de un compañero, la avería del congelador o el descalabro de los planes.

Ante cada situación que pueda desestabilizarnos, tenemos la opción de sucumbir a la tensión y la de tomárnosla con calma. Unas veces nos interesará dejarnos llevar. Otras, evitar que la situación nos desgaste. El caso es que podemos elegir.

Podemos decidir hacer de la tranquilidad una prioridad. Y protegerla contra los eventos externos que puedan acabar con ella: De este estrés no beberé.

Y, si a pesar de todo, las circunstancias nos sobrepasan y se nos disparan los nervios cuando tratamos con gente difícil o circunstancias poco agradables, también podemos decidir:

  • no alimentar el malestar,
  • buscar un espacio para retomar la calma,
  • observar las cosas desde otra perspectiva,
  • etc.

Podemos observar lo que tenemos delante y hacernos la pregunta: ¿Merece esta situación que me estrese? Y, desde luego, muchas veces vamos a poder elegir entre el estrés y la calma. Cada vez nos saldrá mejor.

¿Qué tal si lo practicamos?


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Comentarios
2 respuestas a «La decisión de permanecer en calma»
  1. Periko

    Me parece muy curioso que el remedio, para quien no es capaz de mantener la calma, sea animarle a que no la pierda.
    !”No se ponga as픡 !”Tranquilícese”¡
    La calma se mantendrá ella sola si la persona tiene las herramientas y habilidades necesarias :
    – Capacidad de síntesis y evaluación para valorar y cuantificar la dimensión o gravedad del importunio que puediera alterarle. En el caso del conjelador analizaría facilmente que unos alimentos estaban por caducar, otros se pueden volver a comprar sin gran dispendio y las croquetas, que trajo de las vacaciones de su familia en la casa de los abuelos en el pueblo, se acabaron hasta dentro dos meses cuando acudan al cumpleaños de la abuela. Por cierto, “ese compañero impertinente tiene peso en la empresa, tendré que hacer algo”.
    -La capacidad de reacción y la creatividad: “Esta noche cenamos croquetas”; “Hay que tirar ese pescado caducado”, ” Subiré a casa de María, tiene tiempo y lo que no pueda guardar lo dará a sus vecinos, tiene buenas relaciones que lo agradecerán “.
    Hay otras habilidades y aptitudes que si no se tienen habría que adquirir. Sirven para no estresarse pero para muchas otras situaciones.
    Siempre habrá un factor de malestar al tener que responder a una situación inesperada, un imprevisto. No saber lo que puede pasar o qué te puedes encontrar, la incertidumbre en general gerera estrés, miedo, inquietud. Las personas con horarios estrictos y poco cambiantes en el tiempo, tienen menos entrenamiento en adaptarse a cambios e imprevistos, por eso han de prepararse con prácticas que transformen imprevistos y cambios en situaciones más familiares.
    No puedo seguir escribiendo, así que termino haciendo incapié en el entrenamiento. También coincido plenamente con “No echar leña al fuego” y lo de cambiar el punto de vista lo quiero hacer coincidir con creatividad y evaluación: NO TENGO UN PROBLEMA de momento. Cuando acaben mis soluciones sin éxito lo tendré, pero estoy preparado para esto y más.

    Gracias

    1. Casandra – TBM

      Gracias a ti, Periko. Te agradezco mucho el comentario, porque dejas bastantes tips útiles.

      El común denominador que extraigo de tus ideas es la llamada a “la razón”, lo cual (coincido contigo) es muy difícil de hacer si no te has entrenado para actuar con sensatez en situaciones de este tipo.

      Sí, yo también lo he vivido de un lado y del otro. Que, cuando estás atacado de los nervios, te digan “Cálmate” ayuda poco. 😀 Lo que sirve es practicar uno mismo para hacerse más resistente a las situaciones estresantes y para ir manejándolas mejor.

      Gracias de nuevo por tu aporte. 🙂